lunes, 30 de diciembre de 2024

[Trasfondo] El Ritual Fallido

 ¡Buenas días! Se acerca ya un momento de cambio, así que mientras decidía cual de los relatos de trasfondo del VI Torneo Leyendas en Miniatura compartir hoy, se hizo evidente que el protagonismo de Tzeentch era lo apropiado. En este caso nos pondremos en manos de la pluma de Leonidas, que nos muestra los peligros de venirnos arriba.





En la penumbra de unas ruinas de lo que era un antiguo templo a Sigmar, una figura se alzaba en el centro. Vykeryon, un hechicero del Caos, preparaba el ritual. El suelo, cubierto de sangre seca, vibraba con una oscura energía y las velas cuidadosamente colocadas creando un símbolo en apología al Dios del Cambio, de un púrpura azulado, parpadeaban como si tuvieran vida propia, guiadas por el capricho de vientos invisibles. 

Vykeryon tenía como objetivo ganarse el favor de Tzeentch y ofrecérselo a Thoruk, su general y comandante, un paladín legendario que sirve al Dios del Engaño. Durante años lo único que hacía era cosechar victoria y sembrar el terror por donde pasaba. No obstante, Thoruk se encontraba al borde de la decadencia; sus heridas se acumulaban y su alma mortal acumulaba desesperación. Vykeryon pudo ver esto como una oportunidad para conseguir el favor de Tzeentch y conseguir que su señor vuelva a ser el de antaño, invencible y poderoso, a la vez que terrorífico. 

El hechicero se colocó en el centro del círculo de invocación, murmurando palabras de poder en la lengua oscura de los dioses del Caos. Frente a él, nueve objetos malditos, arrebatados a los enemigos del Dios del Cambio, bajo la luz de las velas. Con movimientos lentos y calculados, Vykeryon empezó a realizar complejas señales en el aire, marcando cada símbolo de Tzeentch con su propia sangre. 

Thoruk, el paladín, observaba en silencio desde la penumbra, su rostro endurecido por años de combate. No confiaba completamente en el hechicero, pero sus ansias de poder y desesperación le obligaban a escuchar. A pesar de su resistencia a los oscuros hechizos de Vykeryon, sentía en sus venas la tentación de una fuerza superior, una que podría llevarlo más allá de cualquier mortal. 

—Tzeentch —entonó Vykeryon, con una voz resonante que parecía brotar del mismísimo infierno—. Suplico tu poder y tu honor para que tu paladín sea tu avatar en el Viejo Mundo, que pueda superar sus limitaciones y alcanzar la inmortalidad. 

Thoruk fijo la mirada fija en el hechicero y en los objetos brillantes del círculo. Un escalofrío le recorrió al ver cómo las runas y marcas talladas en el suelo comenzaban a emitir una luz sobrenatural, pulsante y cambiante como el propio caos. 

Vykeryon continuó el ritual, recitando los nombres de Tzeentch e invocando su presencia. En su interior, se debatía entre la excitación y el temor. Invocar el favor de Tzeentch era siempre un riesgo. Sabía que el dios del engaño se deleitaba en la ironía y la traición, y que sus ofrendas podrían atraer algo más de lo que el hechicero buscaba. 

Finalmente, cuando el ritual alcanzó su punto álgido, Vykeryon alzó los brazos y gritó una última palabra de poder. El ambiente se llenó de una poderosa energía, una fuerza que podía deformar la realidad. El frío se apodero del ambiente, apagándose las velas y adueñándose la oscuridad del templo. Una bruma brillante comenzó a surgir del suelo envolviendo el círculo de invocación. 

Por un momento, el silencio se apoderó del antiguo templo en ruinas. Pero, de repente, una risa suave y retorcida resonó en el aire, una voz gutural y aguda a la vez, que se deslizaba en el oído de Vykeryon y Thoruk como un cuchillo invisible. 

—¿Pensaste que podrías comprender el alcance de mis designios, pequeño mortal? —susurró la voz, que parecía venir de todos lados a la vez. 

Antes de que Vykeryon pudiera siquiera reaccionar, una figura colosal emergió de la bruma. Un Señor de la Transformación, el mayor de los demonios de Tzeentch, estaba frente a ellos. Sus alas, emplumadas de colores chillones e imposibles, se extendieron en la cámara, tocando casi los muros. Sus ojos pequeños, de multicolores, se posaron en Vykeryon y luego en Thoruk con una mezcla de diversión y desprecio. 

—¿Es este tu campeón? —preguntó el Señor de la Transformación, su voz cambiaba de tono con cada palabra—. Poca ambición para tan grandes palabras, hechicero. 

Vykeryon cayó de rodillas, sus palabras de súplica estaban atrapadas en su garganta. Su ritual había fallado. Ante él no estaba un simple favor divino, sino una encarnación de la voluntad cambiante de Tzeentch. 

—Grande y poderoso Señor... —balbuceó Vykeryon, tratando de no mostrar el pánico que crecía en su interior—. No somos dignos de tu presencia. Os solicitaba el favor de nuestro maestro para mi señor, para que pueda seguir llevando la victoria y el honor en nombre de Tzeentch. 

La criatura soltó una carcajada que retumbó en el aire, su risa resonaba como un eco que parecía no tener fin. 

—Tzeentch no es un amo que otorga "favor" como si fuese una simple moneda de cambio —respondió, inclinando su rostro aviar hacia el hechicero y el paladín—. Todo lo que toca, cambia. Todo lo que desea, se transforma, desde la menor hasta la mayor de las cosas. 

Thoruk, mirando fijamente al demonio, sintió una mezcla de miedo y atracción. Esta era una entidad superior, un ser que representaba todo lo que el Caos podía ofrecer, y más. 

—¡Demonio! —gritó Thoruk, levantando su espada como muestra de desafío —, ¡se valiente, otórgame el poder de cambiar el curso de la guerra. Hazme invencible ante los enemigos de Tzeentch! 

El Señor de la Transformación, intrigado por la osadía del guerrero, inclinó la cabeza y sonrió, mostrando una mueca cruel a la vez que divertida. 

—¿Invencible? ¿Invencible? —repitió el demonio con diversión—. Simple mortal, cómo te diviertes con tus pequeñas aspiraciones. Te concederé el cambio y te otorgaré el favor… de Tzeentch. 

Antes de que Thoruk pudiera reaccionar, el Señor de la Transformación extendió una garra y la apuntó hacia él. La energía del Caos puro fluyó a través del aire, envolviendo al paladín en una tormenta de relámpagos y rayos multicolor. Thoruk gritó, exultante, embriagado del nuevo poder que iba a recibir, sabiendo que, a partir de ahora, iba a poder hablar de tú a tu con los seres inmortales. 

Mientras el hechizo continuaba, el cuerpo de Thoruk comenzó a cambiar. Sus músculos, sus huesos, sus órganos. Comenzaron a aparecer por su cuerpo marcas y símbolos que brillaban con un potente color morado y azul. Enseguida, el paladín legendario se transformó en una criatura de múltiples brazos y rostros, un engendro de Caos hecho de carne y magia. 

Vykeryon, horrorizado, observó cómo su señor se convertía en algo inhumano, un monstruo nacido del capricho de Tzeentch. 

—He cumplido tu deseo, mortal —se burló el Señor de la Transformación—. Ahora eres invencible, pues tienes toda la eternidad para demostrar tus nuevos poderes. 

Thoruk, en su nueva forma, soltó un gruñido. No quedaba vestigio alguno del antiguo campeón de Tzeentch, era poco más que un esclavo, un títere a las órdenes de la voluntad y los caprichos del dios del cambio. 

El Señor de la Transformación dirigió entonces su atención a Vykeryon, quien temblaba de pies a cabeza. 

—Agradece que no te haya tocado a ti, hechicero. A partir de ahora, me servirás en vida, y tu ejército será mío y solo obedecerá mis órdenes. ¡Ah! Y recuerda que el cambio es la única constante que maneja Tzeentch. 

El demonio comenzó a reírse mientras Vykeryon, arrodillado todavía, aceptaba su cruel destino, mientras su monstruosa creación se alejaba del lugar, vagando por los siglos a merced del dios del engaño y del cambio.

Leonidas (Panzerhammer)






  • Señor de la transformación

  • Hechicero del Caos de nivel 2, con Marca del Caos Absoluto y Pergamino de Dispersión

  • 3 aulladores de Tzeentch
  • 5 furias
  • 16 horrores de Tzeentch

  • 5 caballeros del Caos con Marca del Caos Absoluto, músico y portaestandarte
  • Carro del Caos con Marca del Caos Absoluto
  • Carro del Caos con Marca del Caos Absoluto
  • 5 jinetes bárbaros con lanza, escudo, hachas arrojadizas y músico

  • 3 ogros dragón con arma a dos manos y armadura ligera

6 comentarios:

  1. Buenas tardes y feliz entrada al nuevo año (¡ya queda poco!). Me ha gustado el trasfondo, y también la lista...todo de sexta, sin ser legión demoníaca, variada y con suficientes elementos como para plantear una partida interesante (que no es tan fácil teniendo un personaje de 665p). Sobra decir que jugar un Gran Demonio es totalmente subóptimo, y por tanto, merece todo mi respeto y admiración.

    Dicho esto, me rechina un poco ese hechicero a pie suelto, ya que no puede unirse a nada, está condenado a vagar por el campo de batalla y puede fácilmente ser pisado por Gorko, deflagrado infernalmente, cazado por voladoras o similar. Intentaría como fuese pagarle un corcel y meterlo con los caballeros (aún a costa de un caballero en sí, metiendo el campeón se quedan con los mismos ataques) o cambiando un carro por algo más barato (Engendro, que el de Tzeentch no se ve nunca y es gracioso, o unos mastines) lo que podría permitir pagarle ese caballo y algún objeto más, o si son los mastines, aumentar esa unidad de caballería a 7 (8 con el hechicero) y convertirla en una amenaza bastante más seria.

    En cualquier caso, enhorabuena por el trasfondo, por la lista y por ese Señor de la Transformación, espléndidamente pintado. ¡Espero que lo veamos más por los tableros!

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    1. Buenos dias Javi!! Muchas gracias por tus comentarios, me alegro que te guste tanto la lista como el trasfondo!! Como ves, la lista es muy romántica, esta hecha en base a querer jugar el Señor de la Transformacion por puro gusto, nada mas. Por los resultados se puede ver que no me fue muy bien jajaja XD

      El Gran Demonio es totalmente suboptimo: el ms caro de todos, sin salvación, muy vulnerable a ataques mágicos, objetivo grande y muy caro. Es muy difícil sacarle todo el rendimiento posible, pero bueno, es una miniatura que me encanta y tenia esa espinita clavada de no haberla jugado nunca, así que pensé, que demonios! (valga la redundancia XD), y me anime a pintarla y por fin sacarla.

      Sobre el hechicero, pues no tenia en ese momento la miniatura a caballo, y los puntos eran los que eran, así que tire con el a pie. Decir que en la segunda, y sobre todo en la tercera partida, se porto mejor que el Gran Demonio lanzando hechizos XD. Los mastines los eche muchísimo de menos no poder llevarlos, esa unidad sacrificable y barata me parece imprescindible siempre. Pero vamos, me apunto tus consejos para un futuro, la opción de llevar mas caballeros con héroe me parece buena idea.

      Y en breves Vraluk el Confabulador volvera a ver mesa jejeje ;)

      Un saludo y Feliz Año!!

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    2. Bueno, por ver el vaso medio lleno, creo que hay que enfocarse en algunos aspectos:
      1. Un torneo a 3 rondas no es indicativo de nada. El peso de los cruces y de tiradas clave decide muchísimo. Con esa misma lista, contra otros rivales (no sé qué cruces te tocaron, espero poder leer tu análisis cuando Cordo los publique), perfectamente podrías haber quedado top 10 o incluso haber ganado...la lista que ganó no era en absoluto óptima, y tenía varios cruces potenciales que la hubiesen machacado a poco bien que jugase el contrario, o teniendo simplemente algo de suerte.
      2. Dentro de los Grandes Demonios, el de Tzeentch no me parece el peor. Es mago, te aporta protección mágica (lleva un súper pergamino) y vuela. Hay que moverlo con cierto cuidado ante disparo pesado (o saturación) y medir bien dónde meterlo en combate, pero puede aprovechar mucho la amenaza de volar + terror + PU6. Creo que está a un nivel similar al de Khorne, que tiene otro enfoque y es más resistente, pero aporta mucho menos a la lista y es incontrolable, y que ambos están muy por encima de la Gran Inmundicia, que me parece de largo el peor. El mejor, para mí, es el de Slaneesh, por muchos motivos.
      3. Uno de los mayores problemas de estos demonios es que obligan a meter demonios en básicas, siendo estos demasiado caros para su rendimiento. Pero aquí también resalta Tzeentch, pues los aulladores sí valen cada uno de los puntos que cuestan, y a diferencia de los mastines de Khorne, sí cuentan como básica...total, que con furias y aulladores ya tienes 2 de 3 huecos, por lo que solamente te queda pagar el peaje de los horrores. Llevando general mortal yo no los jugaría (los horrores), pero no me parece un peaje terrible.
      4. No hay mejores opciones para jugar esa miniatura con el libro de sexta. A raíz de tu lista estuve viendo la posibilidad de jugarlo como príncipe demonio, pero es peor aún. Igual que Nurgle tiene al peor gran demonio, tiene de largo al mejor príncipe, siendo Tzeentch y Khorne los peores. El príncipe de Tzeentch me parece tan rematadamente malo, que creo que ni jugándolo como señor de los mortales compensa la desventaja frente al Señor de la Transformación. Otra opción sería jugarlo como demonio mayor (así me lo jugaron a mí en ronda 1, de hecho), pero la mini se me hace un poco grande.

      En definitiva, aunque todas las listas que puedas hacer con él serán "malas", creo que pueden dar guerra. Que un torneo a 3 ruletas rusas no te quite la ilusión...¡larga vida a Valruk!

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  2. El relato está muy chulo; si bien todos sabíamos cómo iba a acabar todo, lo cierto es que cualquier otro final habría sido decepcionante: ¿Un dios del Caos o un Gran Demonio haciendo caso a un mortal?; ¡Qué dices! XD.

    Y ahora un par de comentarios: por un lado, ¿por qué 9 reliquias para la invocación?; ¿no habrían cuadrado más 8 como los 8 vientos de la magia o como múltiplo de 4 como los 4 grandes Dioses del caos?. Y por otro lado, yo no tengo ni idea de cómo se hacen las listas del caos, de qué es óptimo y qué no o qué tiene sentido y qué no, pero, ¿por qué el hechicero es del caos absoluto y no de Tzeench?, ¿no es esa marca provechosa para un hechicero?

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    1. Buenos dias Veseso. Muchas gracias!! Jugar con los Dioses del Caos conlleva un gran peligro, tanto para bien como para mal...

      Te contesto a tus comentarios: ¿Porque 9 reliquias? Porque el 9 es el numero sagrado de Tzeentch (igual que el 6 de Slaanesh, el 7 de Nurgle o el 8 de Khorne), y quería jugar con eso en el relato, haciendo un guiño a la numerologia jeje. Sobre el paladín de Tzeentch, en principio, de hecho, mi idea era llevarlo en disco en vez del hechicero (los hechiceros no pueden llevar marca de Tzeentch, solo los paladines/paladines legendarios), pero incumpliría las normas de Sexta Ampliada de máximo 3 voladoras y tuve que desechar esa idea. Pense en llevarlo a caballo pero se me iban muchísimo los puntos, así que al final opte por el hechicero a pie (que, como ha dicho Javi mas arriba, lo ideal era haberlo llevado a caballo, pero aun no tenia la miniatura...). Al final opte por darle un "final" al paladín de tzeentch, quedando el pobre hechicero a merced del Gran Demonio XD

      Un saludo!!

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