Muy buenas mis cultos lectores. Hoy me salgo un poco de la línea habitual asociada a los juegos, y traigo una recomendación de lectura de un libro de naturaleza fantástica...o no. Hasta ahora no había leído nada de Terry Pratchett (abucheos) pero tras la insistencia de un amigo he decidido leer Dioses Menores, por recomendación suya. Se trata de un libro relativamente corto que mezcla humor y crítica, y si queréis saber más, os lo cuento a continuación.
En primer lugar, y antes de hablar brevemente del argumento del libro, os diré que me ha recordado a la famosa saga de La Guía del Autoestopista Intergaláctico. ¿Por qué? Porque se trata de una novela de humor y crítica (satírica vaya) que entrecruza humor absurdo con intelectualidad. Creo que hay que ser extremadamente inteligente para a la vez narrar una historia, darle tono humorístico y ser capaz de introducir tal nivel de reflexión detrás. Es decir, que cualquiera la pueda disfrutar, tanto si quiere darle vueltas luego, como si no.
Esta novela tiene muchos detalles y guiños al lector atento, y no es una crítica solo de la religión, sino también de la filosofía, la ciencia, la tecnología, la ética, la sociedad, la jerarquía, la moral o el pensamiento crítico. Joder, ¿qué serio no? Pues no te vayas a creer...voy a situarte.
La novela se engloba dentro del universo Mundodisco, más concretamente en una región llamada Omnia, y en las regiones colindantes. En este universo, existen múltiples dioses, y su poder e influencia dependen del número de fieles que tengan, y de la intensidad de su fe. En Omnia concretamente, una sociedad jerárquica basada en la religión del culto al gran dios Om, se han venido muy arriba y quieren imponerle su visión de las cosas a todos los países cercanos. En este contexto, nos presentan a nuestro protagonista, un novicio llamado Brutha. No nos andemos con rodeos. Brutha es un idiota bonachón, pero le vais a coger cariño. De la manera más ridícula, se encuentra una tortuga, y la tortuga le habla, y le explica que es el dios Om, que lleva tres años encerrado en su forma de tortuga. Parece ser que pese a tener una nación entera construida en torno a la deidad, realmente a Om solo le queda un creyente de verdad, que es Brutha, y su poder esta muy mermado. Parece que los feligreses creen en los templos, en las estatuas, en el miedo, en las castas jerárquicas, en el castigo...pero no en el concepto. Pero claro, tampoco le va a decir a su único creyente que es...¿débil?
No me sentiría bien si no hiciera una alusión a una de mis cartas favoritas de Magic, y a su texto de ambientación: "Cree en el ideal, no en el ídolo".
Pues una vez a Brutha se la ha presentado Om, y tras muchas dudas porque las cosas no le cuadran, Brutha se ve envuelto en el desarrollo de unos hechos muy fuera de su alcance, y se va dando cuenta de que muchas de las cosas que se le han enseñado no provenían realmente de Om. Es más, durante su periplo aprenderá a pensar por sí mismo (pero muy despacio y con gran esfuerzo, que el chico muy avispado no es), a veces para suerte de Om y otras para su desdicha.
Podría seguir escribiendo un buen rato sobre Dioses Menores, porque estoy francamente impresionado, pero creo que es un libro que merece la pena disfrutar por uno mismo. Eso sí, no está estructurado en capítulos, y tiene tramos un tanto lentos, así que no lo cojáis con prisa...dejad que se vaya filtrando.
Para acabar, simplemente decir que me ha parecido genial, y suficientemente corto para que no se haga pesado. No me veo leyendo un libro tras otro de este estilo, pero estoy seguro que caeré con alguno más, intercalado con otras temáticas. Por eso os recomiendo darle una oportunidad, como he hecho yo. Dicho esto...¡nos leemos!
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