Muy buenas cotillos. Me resulta realmente sorprendente que estas entradas se dilaten tanto en el tiempo, porque significa que tenemos mucho que publicar (solo por la gracia, que sepáis que esto lo estoy programando a 14 de Noviembre), pero hoy toca otro trocito de trasfondo de los ejércitos que algunos jugadores presentaron al Torneo Panzerhammer de Octubre. Esta vez, la cosa va de Mercenarios.
Para esta segunda entrega, un relato un poco más extenso, cortesía de Andre.
El Conde
El destino que luego le llevaría a viajar por múltiples reinos hizo que naciera en un extremo recóndito del Viejo
Mundo, una ciudad costera al noroeste de Estalia. Hijo de una próspera comerciante de antigüedades y un
artillero naval miembro de una compañía mercenaria (como es lo habitual en Estalia), aprendió de joven un poco
de ambas profesiones, hasta que una fatídica batalla contra una horda demoníaca le arrebató a su padre, que sufrió
el mismo destino que la mayor parte de la compañía junto a la que luchaba: un doloroso y vil desmembramiento por
parte de los demonios del Caos. La falta del jornal del soldado hizo que la economía familiar se hundiera y su
desventurado hijo se vio obligado a aceptar trabajar con amigos de su padre como ayudante de artillero en un barco.
Con los años creció para convertirse en un granuja con aires de grandeza que mostraba mucha labia y una habilidad
innata para encontrar mercancías en cada puerto, adentrándose en el mundillo de los bajos fondos y en los mercados
negros de cualquier ciudad. Como le enseñó su madre, se interesaba principalmente por mercancías de tierras
exóticas traídas a través del puerto de Bilbali por exploradores o piratas, y entre ellas siempre intentaba adquirir
objetos que le enseñaran cómo acabar con los antinaturales demonios a los que guardaba un gran rencor. Estos
objetos muchas veces eran falsos, pero si tenía suerte provenían de algún cazador de brujas seguidor de Sigmar o,
más raramente, se trataba de extraños artefactos desenterrados de las ruinas de Lustria o las Tierras del sur.
Precisamente con estos últimos le llegó un descubrimiento que le obsesionaría el resto de su vida: las leyendas
del gran plan de los ancestrales contra los demonios y los dioses del Caos.
El Conde se ganó este apodo entre otras cosas porque aseguraba ser un noble descendiente directo de los primeros
hombres que se establecieron en el Viejo Mundo (utilizando en cada ocasión un nombre de pila diferente: Alonso,
Hernán, Rodrigo, Velasco…), y con esta premisa conseguía relacionarse con gente de las clases altas, donde
hacía funciones de consejero, buscador de tesoros, coleccionista de objetos arcanos o experto en antigüedades.
Usando su carisma y su elocuencia, solía vender a estos nobles como "favor" alguna pieza de su colección (a un
precio extremadamente elevado) y con las ganancias que obtenía de estos tratos y muchas promesas llegaba a ser
capaz de financiar sus propias expediciones para buscar más objetos que le ayudasen en su cruzada contra los
demonios. Pronto descubrió que no resultaba fácil ni barato contratar los servicios de mercenarios o exploradores
lo suficientemente locos para aceptar sus excéntricas expediciones, lo cual le llevó a recurrir a la opción más
económica de contratar gente con la que ya tenía contactos: los matadores piratas de Ron Largo, la compañía de
fuego del Príncipe Ulzer y los forajidos estalianos de El Duro (al cual le dio el mando de la estrategia de batalla
de sus ejércitos).
-Forajidos estalianos
Durán "El Duro" se ganó ese sarcástico apodo porque su padre y hermanos pensaban que al ser físicamente muy
débil nunca valdría para nada (el duro es la moneda de menor valor en Estalia). Desde pequeño se esforzó en
demostrarles lo contrario, y aún no era un hombre cuando decidió suplir su debilidad física con el poder de lo
sobrenatural. Fue a la búsqueda de un chamán que rumoreaban que vivía en el pantano y le pidió que le aceptase
como aprendiz. Por supuesto, la respuesta fue negativa, pero él volvió un día tras otro demostrando tal convicción
que el chamán decidió hacerle una prueba. Durán le sorprendió con unas aptitudes innatas para la magia, lo cual
fue suficiente para convencer al hechicero para enseñarle, al principio poderes de adivinación y transformación, y
finalmente algún poder destructivo. Con estos nuevos poderes el otrora débil humano retaba a la mínima
oportunidad a los que abusaban de ser más corpulentos para después, como castigo por sus abusos, quitarles sus
pertenencias. Pero eso no era todo lo que podía hacer ahora, también dedicaba sus poderes mágicos y parte del
dinero obtenido a ayudar a otros marginados por ser débiles.
Muchos de los que se identificaban con su historia quisieron unirse a él, aunque se vieron limitados a sustituir
las aptitudes mágicas por la pólvora, que es algo más al alcance de todos. Con ellos formó una banda de duelistas
y bandoleros gringos, en donde todos demostraban que se puede ser poderoso sin ser físicamente robusto. Los
miembros de esta banda tenían la reputación de ser hombres de las sombras, oscuros y sanguinarios, seres con
nervios de acero, que miraban cara a cara a la muerte cada vez que desenfundaban sus armas. Durán avanzó
rápidamente en su control de la magia y demostró ser un líder natural. Con él al mando de la banda el "negocio" les
fue muy bien y se juntaron bajo sus órdenes un gran número estalianos apasionados por las armas de fuego,
tiradores expertos en el uso de ballestas, cazadores con sus perros-lobo de caza e incluso cazarrecompensas
determinados y llenos de recursos, todos ellos dispuestos a unirse a bandas errantes para alcanzar su objetivo.
Incluso se alistó algún que otro solitario practicante de magia huido de las hogueras de los cazadores de brujas
(por no formar parte de los Colegios de Magia) e incapaces de encontrar un sitio en la sociedad.
-Corsarios de El Conde
En sus intentos por convencer de su cruzada a todo aquel que le escuchaba, su labia le llevó, en su papel de conde,
a incluso conseguir una audiencia con el rey loco Don Jurno Esparo de Estalia. El Conde no fue capaz de
interesar al rey en el gran plan contra los dioses del Caos, pero sí le convenció de que podían tener intereses en común,
y gracias a ello le concedió una patente de corso para atacar a reinos enemigos, principalmente Arabia, Nehekhara
y las Tierras Yermas, los cuales le daban acceso a Tierras del sur y sus tesoros. Después de unos cuantos viajes
exitosos como capitán corsario, decidió que la mejor forma de optimizar beneficios era situar una base en el extremo
sur de los Reinos Fronterizos, por ser esta la mejor localización para sus pretensiones. El Conde llegó a esta
conclusión después de advertir las siguientes virtudes del emplazamiento:
- los Reinos Fronterizos, bañados por la Bahía Negra, dejaban libertad para tener una base propia sin que
ningún otro reino interviniese
- la proximidad a la isla de Sartosa, proporcionaba una gran fuente de reclutas piratas
- el acceso a rutas comerciales con el próspero mercado de objetos militares hacia Tilea, Bretonia y El Imperio
y con productos exóticos de Arabia o Catai a través de la Ruta de la Seda estaba asegurado
- los pasos a Tierras del sur a través de Nehekhara y las Tierras Yermas se encontraban en las proximidades
-el mar de esa zona se caracterizaba por ser cruel y difícil de navegar y alguien que no lo conociese no sería capaz
de seguir a los corsarios hasta su base (ellos mismos no son capaces de navegar más que la parte exterior de Bahía
Negra)
Allí encontró una ciudad fundada en la remota época en la que los enanos viajaron para ayudar a los humanos a
construir su recién creado imperio y se establecieron prósperas relaciones entre las dos razas. Por aquel entonces,
en esta ciudad situada en la región entre los dos reinos, convivían enanos y humanos, perpetuándose esta situación
con el paso de los siglos. Pero cuando llegó El Conde ya había sido abandonada en gran parte a consecuencia de
la ambición de un aspirante a príncipe, que fue expulsado por casi llevar a la bancarrota a la comunidad. Esta
pequeña comunidad extraía carbón de las colinas arrugadas, pero la mayor parte del mineral ya había sido
esquilmado. Aun así, algunos mineros tenaces se negaban a levantarse y moverse, recorriendo las colinas en busca
del escaso carbón que quedaba.
Además, había una gran fortaleza en la que se podía resguardar toda la población de la región durante una
invasión, pero su estado era lamentable y se encontraba ocupada por unos bandidos. Conquistó la fortaleza, la
reparó y se autoproclamó Conde con la intención futura de formar una ciudad declarada enemiga de los dioses del Caos. Ahora las tropas de El Conde ofrecían cierta seguridad a los granjeros y pastores que le pagasen y desde
allí podía mover sus mercancías (las cuales muchas veces incluían objetos de dudosa legalidad) a través de pasos
en las montañas que conectaban oriente con el Viejo Mundo.
Para defender esta nueva base se vio en la necesidad de reclutar nuevas tropas, y para ello consiguió convencer a
un líder enano que, después de encontrarse en una situación desesperada, se había asentado en la zona con un grupo
de sus más leales amigos y parientes en la búsqueda de fama y tesoros. También convenció con su discurso de
“acabar con los demonios y dioses del Caos” a expatriados cazadores de brujas del Imperio o enanos que tenían
rencor personal a Hasnut que se unieron a su causa. Con el paso del tiempo y las batallas, estos corsarios humanos
y enanos crearon tal vínculo que llegaban a considerarse hermanos de guerra y podía vérselos combatir hombro con
hombro en formación cerrada. Ahora, desde su base y bajo pabellón corsario estaliano, sus corsarios hacían
expediciones por cualquier territorio con costa donde pudiesen conseguir información sobre cómo acabar con
demonios.
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