Tras incontables dificultades, vicisitudes e inconvenientes, estamos a las puertas. La antaño gloriosa fortaleza enana vivirá una jornada más de sangrientos enfrentamientos entre ancestrales enemigos, y es que hay que celebrar los 2.500 suscriptores de nuestro canal de Youtube. Así que como hacemos con cada videoinforme, os dejamos un trasfondo que ilustra como se ha llegado a esta situación...y lo que está a punto de suceder mientras cada acceso al Karak se convierte en una batalla por derecho propio.
Karak-Ocho-Picos, la Reina de las Profundidades de Plata. La gran ciudad enana del Sur, fue en su época de esplendor una ciudadela descomunal, que por su posición estratégica, sus riquezas y sus incontables salones, capillas, minas, forjas, galerías y cámaras, podía bien rivalizar con Karaz-a-Karak, la gran capital de los reinos enanos.
Su posición estratégica, situada entre ocho poderosas cimas, y a la que solo se accede fácilmente por algunos pasos o desfiladeros la convertían en un enclave formidable, pero su grandeza fue también su perdición, pues su extensión y cantidad de galerías, minas, túneles y puertas implicaba muchos puntos que defender.
Hace varios milenios que una de las mayores desgracias de la historia de los enanos se cernió sobre Karak-Ocho-Picos, cuando el orgullo, la codicia y la confianza enanos traicionaron a esta raza ancestral. La Caída de Karak-Ocho-Picos se produjo tras los primeros contactos subterráneos con el imperio skaven, que desde entonces hizo suya la misión de apoderarse de la fortaleza. Pero no fue el único enemigo que posó sus ojos sobre el famoso Karak. La fortaleza, situada en la cordillera entre las Tierras Yermas y las Tierras Oscuras, se encontraba en uno de los lugares de paso naturales de las hordas pielesverdes, que poco a poco fueron infestando las montañas, hasta tener la suficiente fuerza para asaltar las fortalezas de los dawi.
Ante el acoso de ambas plagas de enemigos, el Rey Lunn y su clan resistieron estoicamente, retrocediendo poco a poco, sellando puertas, derrumbando túneles y tapiando galerías. Pero no pudieron resistir para siempre. El Rey Lunn finalmente tomó la decisión de salvar a su pueblo, y en una salida masiva, abandonaron la fortaleza, atravesando las líneas pielverdes, buscando refugio en la cercana Karak-Azul. Posteriormente los dos enemigos de los enanos, sin un yunque entre ellos que los separara y atrajera su atención, se enfrentaron en una prolongada guerra por los diferentes niveles de Karak-Ocho-Picos.
La leyenda de Karak-Ocho-Picos y sus riquezas, y la dimensión de la pena que sienten los enanos por su pérdida no han hecho sino acrecentarse con el tiempo, y hace varias décadas, por fin una expedición enana logró volver a los salones de la antaño gloriosa fortaleza. Belegar Martillo de Hierro, miembro del Clan Angrund y descendiente del Rey Lunn no cesó en su empeño por reclamar la corona perdida, y tras varios intentos, logró establecer su posición en la ciudadela.
Como si el pasado estuviera
condenado a repetirse, Belegar ha pasado décadas resistiendo el asedio continuo
de skaven y goblins, sintiendo cada vida perdida como una culpa personal y
acrecentando su odio por los usurpadores de su morada. Pero gracias a las
numerosas expediciones de rescate y apoyo, como la liderada por su primo
Duregar Martillo de Hierro, por fin el pequeño bastión enano empieza a
prosperar y a recuperar parte del territorio perdido, y con ello la esperanza
de los enanos parece cristalizar. Hasta ahora…
…
Bolnegar, al que sus escoltas y compañeros en la batalla llamaban Tormentapétrea, se preparaba para arengar a los guerreros que se disponían junto a él, a asegurar la defensa de la Puerta Sur de Karak-Ocho-Picos. Para los estándares enanos, Bolnegar aún era joven, pero la vida en Karak-Ocho-Picos curtía a los guerreros con una celeridad implacable. Como hijo del rey, Bolnegar sabía que era un honor que se le hubiera encomendado liderar la defensa de una de las puertas, en uno de los momentos más aciagos para la supervivencia del clan.
Los enanos habían descubierto la artimaña demasiado tarde. Cuando las cosas empezaban a marchar adecuadamente, no podía pasar mucho tiempo antes de que las harteras y ruinas criaturas que asediaban a los dawi les depararan una desagradable sorpresa. Los goblins, esos pequeños y odiosos pielesverdes, habían lanzado varios asaltos a gran escala contra la puerta principal de Karak-Ocho-Picos, retirándose aún antes de lo habitual, pero atrayendo la atención de la mayor parte de las fuerzas enanas. Mientras tanto, había quedado claro que habían establecido alguna especie de trato con los hombres rata, que habían inundado las galerías inferiores de vapores tóxicos, que ascendían hacia las salas de la ciudadela habitada por los enanos. El rey Belegar había descubierto entonces la trampa, y tras derrumbar a toda prisa los túneles para asegurar que su retaguardia no se viera comprometida, había salido con sus fuerzas para enfrentar al enemigo en la puerta principal, para descubrir que de forma descarada, las fuerzas goblin y skaven se presentaban unidas a la batalla.
Entonces reunió a los señores del
clan y a los líderes enanos, y les pidió un gran esfuerzo, ya que tuvieron que
dividirse para defender todas las entradas del Karak. Pero Belegar había
aprendido algo en sus años guerreando contra aquellos enemigos. Eran cobardes,
traicioneros y poco disciplinados, y si resistían el tiempo suficiente, seguro
que su alianza se venía abajo, dándole a los enanos la oportunidad que
necesitaban. Por eso, varios de los girocópteros partieron a avisar a las
fortalezas enanas más cercanas, esperando que al menos Karak-Azul respondiera a
tiempo.
Después del consejo de guerra Bolnegar tenía muy clara su misión: acabar con cuantos pielesverdes fuera posible, preservar las vidas enanas, evitar que ningún condenado grobi alcanzara las puertas de la fortaleza, y ganar el tiempo que necesitaban.
El Libro de los Agravios de
Karak-Ocho-Picos custiodaba más agravios contra aquellos enemigos que la
mayoría de las fortalezas enanas juntas. Y ese día se iban a incrementar.
…
Blitznik sonreía de oreja a oreja mientras contemplaba a los enanos desplegados más abajo, a lo lejos, en su disciplinada formación, pero fuera de su madriguera. El gran chamán goblin nocturno jugueteaba con algunas setas entre sus dedos, mientras hacía tintinear su colgante brillante. Sabía que atacar frontalmente a los enanos no solía ser buena idea, pero estaba claro que esta vez los clanes goblin habían sido más inteligente que los malditos tapones. Mientras el gran Skarsnik dirigía ya el ataque contra la puerta principal, y un contingente skaven liderado por Queek asolaba las laderas del norte, otras pequeñas fuerzas atacaban todos y cada uno de los accesos al Karak.
A estas alturas, los enanos ya habrían descubierto la alianza entre goblins y skaven, y probablemente creían que sus dos enemigos juntos eran lo peor que les podía ocurrir. Pero esta vez contaban incluso con más ayuda. Blitznik sentía las energías del whaaagh concentrarse a su alrededor, y se permitió contemplar a su líder en el asalto a la Puerta Sur. El chamán goblin Silvano agitaba su bastón mientras daba órdenes, disfrutando de su momento de gloria. Con su extraña capa articulada en base a patas de araña y su tocado de plumas, a Blitznik le parecía una exageración llamativa, y que conseguiría que lo mataran con tanto colorido, pero apreciaba el poder que entrañaba poder canalizar las fuerzas de Morko y Gorko a través de dos grandes chamanes en sintonía, y siempre estaba bien contar con un clan más para atacar a los enanos.
Pero el clan que realmente le
hacía sonreír por la trampa para con los enanos que aguardaban a lo lejos
aparecería un poco más tarde, trayendo la fuerza bruta que les hacía falta para
acabar con su resistencia. Oh sí, por fin acabarían con los molestos enanos de
Karak-Ocho-Picos.
Tambores... En lo profundo.
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