Buen viernes almas en pena. Ya la semana llegada a su parte más amable, así que hoy vamos a acompañar el día con otra entrada de Reik, que nos estaba contando las motivaciones que encuentra para que los diferentes linajes vampíricos decidan darse una vuelta por Mordheim, lugar de tantas aventuras.
Buenas a todos de nuevo simples mortales.
A la carga una vez más, de forma valiente y decidida,
como esa caballería ligera que se cree muy fuerte porque ha arrasado a la
dotación de un cañón imperial (pero luego no se atreve contra unos enanos). En
esta tercera y última parte de Mordheim, ciudad de vacaciones de los vampiros,
repasaremos a los dos clanes malditos, lo horribles Necrarcas y los
desfigurados Strigoi ¿o eran al revés?
Necrarcas:
piedra bruja, alquimia y mucho tiempo libre
Antes de empezar con los vampiros en sí, cabe destacar
tres puntos:
1ª: a estas alturas del calendario imperial, la magia
está prohibida y aún queda bastante para que se funden los colegios imperiales
por lo que todos los hechiceros, no sólo nigromantes o adoradores del caos,
deben tener sumo cuidado con lo que hacen si no quieren acabar sus días bajo
las bondadosas atenciones de un cazador de brujas.
2ª: antes de la caída del cometa, Mordheim ya era una
gran ciudad corrupta y, tras la visión de éste y su advenimiento, se fue
convirtiendo en un nido de malhechores de todos los tipos y, uno de esos tipos,
eran los que practicaban algún tipo de magia ya que allí estaban más a salvo
que en cualquier otro sitio. Se decía que hasta había demonios entre las
celebraciones (¿diablillas?) por lo que, sin duda, un hechicero podría pasar
bastante desapercibido.
3ª: una vez cae el cometa, los restos de piedra de
disformidad bruja se dan a conocer y su leyenda llega a las cuatro esquinas
del Imperio y un poquito más allá. Y si alguien piensa en su utilidad y en que
“seguro que yo puedo canalizar sus poderes” es un hechicero orgulloso y
engreído.
Con esos puntos sobre la mesa, es bastante evidente
que cualquier Necrarca que se precie de serlo podría estar interesado en lo que
la ciudad puede ofrecerle: una fuente de poder nueva, ingentes cantidades de
muertos y víctimas vivas a las que nadie va a echar de menos.
Los vampiros del clan son más famosos por vivir en
torres apartadas, en mitad de bosques encantados y ajenos a miradas extrañas y
no suelen hacer guerras abiertas salvo por necesidad por lo que imagino que las
noticias de la destrucción de la ciudad no les llegarían a todos igual de
rápido. No deja de ser gracioso imaginarse a un Necrarca saliendo al mundo y
viendo que lo que él recordaba ha cambiado cuando han pasado 10 años y él crea
que ha pasado uno.
Sin embargo, no todos deben de ser así y, para esta
ciudad, se me ocurren dos tipos de vampiros Necrarcas. Por un lado, el Necrarca
pre-cometa, que ya estuviera en la ciudad, en el barrio de los hechiceros, y
disfrutara de la corrupción, del anonimato y de poder cazar víctimas sin que
repercutiera en la sociedad. Por otro lado, tendríamos al Necrarca post-cometa,
que al enterarse del destino de Mordheim reuniera a sus lacayos vivos y sus
mejores creaciones no-muertas y pusiera rumbo a la ciudad a por víctimas,
piedra y sangre.
Al primero de ellos me lo imagino como a un vampiro
más anciano, con mucha experiencia, que sabe pasar desapercibido, cruel pero
astuto, celoso de su poder. Sólo habría uno en la ciudad. Del segundo tipo
llegarían algunos, no solo uno, vampiros más jóvenes, sedientos de aumentar su
poder por el camino fácil que daría la piedra bruja y creyendo, en su
arrogancia, que se harían con el poder del vampiro anciano y matarían a
cualquiera que se les opusiera.
Al final, sería una especie de guerra civil Necrarca
con muchas víctimas colaterales en la que sólo quedaría uno en pie. El destino
que les espera a todos desde la traición al primero del clan, Wsoran.
Strigoi:
el mejor lugar para jugar al escondite
Por último, pero no por ello menos importante, vamos
con los despreciados hijos de Ushoran, señor de las máscaras, y arrogante señor
de los vampiros que hizo que sus descendientes fueran repudiados y perseguidos,
convirtiéndose así en los reyes necrófagos que todos conocemos.
Un clan que debe de cuidarse de no ser descubierto ni
por humanos ni por otros vampiros, es un clan que sólo puede sentirse cómodo
fuera de la sociedad, escondidos en camposantos, cuevas y demás lugares
siniestros. El peor enemigo para ellos es una sociedad fuerte, supersticiosa,
siempre dispuesta a ver monstruos incluso donde no los hay.
Mordheim no sería, antes, un lugar para ellos, pero
tras la caída del cometa su aspecto y el de su séquito no sería lo más extraño
que podría verse en la ciudad. La anarquía reinante les favorece pues nadie los
va a perseguir por lo que son, sólo por lo que tienen. Al contrario que otros
clanes, los Strigoi no vendrían por la piedra ni por las riquezas, tampoco de
misiones ni a demostrar su valía, vendrían para tener un lugar en el que vivir
y cazar.
En ese punto, puedo imaginarme algunos vampiros
menores siendo atraídos a la ciudad por el influjo de esta y siendo sometidos
por un vampiro más poderoso que los tome bajo su protección, por así decirlo.
Puedo imaginarme a este vampiro, resentido con el resto de clanes, confabulando
para acabar con otros clanes que vienen a la ciudad, acabando con sus planes y
volviéndolos unos contra otros.
Un vampiro poderoso que pusiera en jaque a las huestes
de Sylvania en su búsqueda de piedra bruja, aniquilando vampiros menores hasta
que fuera una amenaza demasiado grande para unos planes más ambiciosos.
Y así, el conde elector de Sylvania, puede que hiciera
una visita a la Ciudad de los Condenados.
Esto ha sido todo sobre vampiros, por ahora. Espero
que os haya gustado y os sirva para imaginar variables en Mordheim con vuestros
ejércitos favoritos.
Me ha encantado la idea de cómo serían los necrarca en Mordheim, muy precisa!
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