Buenos días amigos del Viejo Mundo. La conjunción del verano y la retirada poco a poco de la pandemia (estemos vigilantes) ha propiciado en las últimas semanas/meses que desafíos pendientes y planes malvados se retomaran, y una de las partidas más impactantes que jugaron en el grupo recientemente fue un enfrentamiento a 5.000 puntos por bando (por parejas) en que la alianza caótica de Flogus y Oropher se enfrentó a la alianza malvada del Sr. Enano y Narbek. Los primeros llevaban a las hordas caóticas de Archaon mientras que los segundos pusieron sobre la mesa los enanos y los asur (ambos del Sr Enano, sí, tiene elfos traidores) comandados por Ungrim Puñohierro. Comienzan las hostilidades...
Archaon, Señor del Fin de los
Tiempos se había lanzado al sur desde los gélidos Desiertos del Caos en una
invasión conocida como La Tormenta del Caos. La horda había arrasado Kislev con
una velocidad alarmante y las fuerzas imperiales aún estaban organizándose
cuando la vanguardia de Archaon se abalanzaba sobre las fronteras orientales de
Ostermark y Ostland. Ante la alarmante situación, Teclis, Gran Señor del
Conocimiento, había llegado al Viejo Mundo con un poderoso contingente de Altos
Elfos. Pese a la grave amenaza que suponían Malekith y sus Elfos Oscuros en
Ulthuan, Teclis sabía que el Imperio tenía que aguantar, de ahí que se involucrara
personalmente.
De manera paralela, Ungrim
Puñohierro, Rey Matador de Karak-Kadrin había traspasado a su hijo Garagrim el
control de la fortaleza y la misión de mantener los pasos montañosos ante la
escisión de la horda caótica dirigida por Vardek Crom, el autoproclamado
Heraldo de Archaon. Con un pequeño contingente formado por tropas de élite,
el Rey Matador se dirigió hacia las tierras imperiales para cumplir antiguos
juramentos.
Juntándose en el corazón del
Imperio, se tomó una decisión tan inverosímil como histórica: Un contingente de
Enanos y Altos Elfos marcharon juntos hacia el este para ganar tiempo
comandados por el propio Ungrim. Esa fuerza era perfectamente consciente de que
la única manera de ganar tiempo era sacrificándose por el bien común y para dar
tiempo a las fuerzas imperiales a organizarse y sobreponerse al duro golpe
previo que supuso la caída de Volkmar a manos de Archaon.
Marchando
junto al ejército, iba el Señor del Conocimiento Astherion, el mayor experto de
Hoeth sobre las hordas del Caos, y cuya misión era ser mero observador y volver
informando tan rápido como fuera posible. El mismísimo Maestro Teclis le había
asignado esa misión y estaba dispuesto a cumplirla pese a que eso supusiera no
involucrarse en la batalla que estaba por venir.
Con una última mirada atrás,
el Señor del Conocimiento Astherion levantó el vuelo en su Águila Gigante y se
elevó a los más alto de los cielos. Allí arriba por medio de potentes conjuros,
logró envolverse a sí mismo y a su montura en una burbuja de calor y se
elevaron más aún para no permanecer a la vista de nada ni nadie. Desde tanto
alto, podía tener una total visión del campo de batalla.
Frunció el ceño una vez más al
ver la disposición del ejército aliado: Sabía que el objetivo era aguantar el
mayor tiempo posible, pero casi parecía que los Enanos habían escogido las mejores
posiciones defensivas y dejado a los Elfos las más débiles. De Norte a Sur, se
encontraban de la siguiente manera:
- Un lanzavirotes Enano ocupando el flanco del ejército
- Unos Ballesteros Enanos (10) con arma a dos manos en lo alto de la colina
- Un Águila Gigante situado tras la colina
- Cuatro enormes bloques Enanos de
Martilladores (20), Barbaslargas (20), Rompehierros (20) y Matadores (20)
comandados por el propio Ungrim esta última y Señores del Clan cada una de las
anteriores
- Al lado de los Matadores, un Cañón Órgano
- Una unidad de Príncipes Dragoneros de Caledor
(8) con un Noble Élfico
- Tras estos últimos, un Carro de Ellyrion
- Un bloque de Lanceros Elfos (20) acompañados
de un mago
- Otro lanzavirotes Enano al lado de unas
ruinas
- Una pequeña unidad de Yelmos Plateados (5)
- Tras estos, la silenciosa Guardia del Fénix
(16)
- A su lado, un bloque de los expertos Maestros
de la Espada (20) con un Archimago
- Detrás de una semi-pirámide escalonada,
aguardaban Guardianes de Ellyrion (5), la caballería ligera del ejército
- En lo alto de la pirámide, los Arqueros
Élficos (10)
- A su lado, un segundo carro
- En el extremo más al sur del ejército, otro bloque de Ballesteros Enanos (10) con Armas a dos manos.
No tuvo tiempo de pensar mucho
más en tácticas de despliegue porque la enorme polvareda que se elevaba en el
horizonte desde hacía horas, se transformó por fin en la vanguardia de la horda
del Caos y su corazón se encogió.
El mismísimo Archaón iba en
cabeza de su contingente. Un contingente mixto formado por balbuceantes Hombres
Bestia, acorazados Guerreros del Caos y apestosos Demonios se aproximaba.
Por lo que pudo ver:
- Unos Jinetes Bárbaros (5) estaban en el flanco enfrente de los Ballesteros Enanos
- Una temible unidad de Caballeros del Caos
(10) que iban con un enorme Paladín. Las moscas y nube verde de su alrededor
denotaban su adoración a Nurgle
- Ocultándose en el bosque, vio a Incineradores
de Tzeentch (10)
- Al otro lado del bosque, un carro de Bestia
Sangrienta
- En el flanco de ese carro, Portadores de Plaga de Nurgle (20) con sus oxidadas armas
- Justo a continuación, unas Furias (7) rodeaban y alababan a un poderoso Príncipe Demonio con unas enormes alas negras.
- Un carro de Bárbaros guardaba el flanco de
los Demonios voladores
- A su lado, un Hechicero del Caos
- Protegiendo al Hechicero, enormes Bestigors
(20) acompañados de un más enorme Beligor con un gigantesco hacha a dos manos.
- Unos Bárbaros (10) en lo alto de la colina observaban
a los Elfos
- Justo después, vio a las Temibles Espadas del
Caos, un grupo de Guerreros del Caos Elegidos (16) dirigidos por el Señor del
Fin de los Tiempos, justo enfrente de Ungrim y sus Matadores
- Un grupo de Bárbaros (23) acompañados de otro
Hechicero protegían el flanco de Archaon
- En el flanco, (3) Portadores del Cambio sobre
discos
- Tras ellos, Aulladores de Tzeentch (5)
gravitando
- Rugiendo de ira, Revientacráneos de Khorne
(3) se preparaban para ser los primeros en lanzarse al enemigo.
- Más en el extremo, una unidad de Caballeros
del Caos Elegidos (5) con pesadas armaduras
- Por terminar, y como en el otro flanco, (5)
Jinetes Bárbaros listos para flanquear.
Al igual que sus compañeros que se encontraban en tierra, sabía que esto no era más que una gota en el océano, pero tenían que hacer pagar a su enemigo por cada metro que ganasen. Cada segundo que pasaba, permitía al Emperador Karl Franz reunir más de sus tropas estatales.
Sin perder el tiempo, las
hordas del Caos se lanzaron hacia delante mientras Archaon y los dos hechiceros
a sus órdenes, lanzaron una lluvia de magia de Muerte y de fuegos multicolores
de Tzeentch que empezaron a matar Maestros de la Espada y Arqueros.
Desde lo alto, Astherion pudo ver cómo el contingente aliado contestaba, pero una nube de humo negro se elevó de repente desde donde se encontraba el Cañón Órgano. Casi podía imaginarse al Rey Matador negando con la cabeza, pues había insistido en que no quería pólvora en su ejército. Vio afanándose a los ingenieros para intentar que la máquina disparase lo antes posible, mientras virotes de ballestas y los dos lanzavirotes abrían fuego. El carro de Bárbaros explotó en mil astillas ante el impacto de uno de estos últimos ingenios enanos. El resto del ejército se reposicionó mientras los hechizos Asur no eran capaces de hacer daño.
Mientras el ejército del Caos
continuaba su avance, pudo ver cómo un nuevo Carro de Bárbaros entraba como
refuerzo, lo que no hizo sino confirmar que el destino del ejército aliado
estaba sellado ante la velocidad de refuerzos de Archaon.
Los Revientacráneos de Khorne
se lanzaron sobre el Águila, que pasó a huir. Astherion sonrió, pues eso
lograría entretener a los sangrientos guerreros algo de tiempo. Sin embargo, al
observar el flanco del norte, observó con preocupación cómo los jinetes
bárbaros cargaban contra el lanzavirotes de dicho flanco y los Portadores del
Cambio a los Ballesteros de la colina. En el centro del campo de batalla, el
Príncipe Demonio y su séquito de aullantes Furias cargaron contra los Yelmos
Plateados, que paralizados por el miedo que inspiraban sus enemigos, se
quedaron petrificados en el sitio. Al sur, podía observar cómo los Caballeros
de Nurgle y los Jinetes Bárbaros empezaban a cerrar la pinza del ejército
aliado.
Esta vez la lluvia de muerte
cayó sobre los Príncipes Dragoneros que recibieron varios fuegos mágicos ante
la atónita mirada del Señor del Conocimiento que vio cómo pese a la supuesta
superioridad mágica de su bando, no lograban dispersar nada. Sin embargo, lo
peor vino justo después, cuando los Incineradores de Tzeentch lanzaron
llamaradas sobre los Guardianes de Ellyrion que casi les exterminan; y el
Príncipe Demonio blandía su temible espada acabando con todos los Yelmos
Plateados y arrasaba junto a su escolta de Furias hasta entrar en contacto con
una impertérrita Guardia del Fénix. No era el resultado deseado, pero ahora,
los Demonios se encontraban expuestos a una carga por el flanco de los siempre
letales Maestros de la Espada, pensó Altherion. Más al norte, la tozuda
dotación de la máquina de guerra enana aguantaba contra los jinetes bárbaros,
los cuales bloqueaban el paso a una unidad enemiga de Caballeros Elegidos.
El centro Enano permanecía
intacto, lo cual aumentaba las posibilidades de ganar tiempo para el bando
aliado.
De repente un grito de terror se elevó desde las filas élficas cuando los Maestros de la Espada en lugar de cargar contra el Príncipe Demonio, se dieron media vuelta y huyeron de aquella aberración que tanto temor les inspiraba. Riendo ante la cobardía de sus enemigos, el Demonio se dedicaba a segar vidas de la Guardia del Fénix, pero los callados Elfos resistieron y empezaron a imponerse devolviendo al plano inmaterial a muchas de las Furias.
Más al Norte, las dos filas se
acercaban la una a la otra mientras los Revientacráneos cargaban contra los
ballesteros Enanos…que acabaron con la vida de uno de esos engendros. En el
centro, uno de los veloces carros de Tiranoc cargó contra un grupo de Bárbaros
que tenía delante y acabó con todos y cada uno de ellos y se estampó contra el
mismísimo Archaon.
Pronunciando juramentos en
khazalid, los Martilladores se lanzaron contra los Revientacráneos restantes
haciéndoles huir y un grito de alegría se extendió entre los Enanos
cercanos…hasta que los Caballeros Elegidos cargaron contra los Martilladores. Altherion
elevó una rápida plegaria a Asuryan y confió en que el Señor del Clan al mando
de la unidad pudiera mantener la disciplina ante aquellos brutos acorazados.
Una oscura nube se posó en
medio del campo de batalla y Altherion pudo ver cómo el carro de Tiranoc era
hecho astillas por Archaon sin la necesidad de que su escolta desenvainara sus
armas.
Los Bestigors, pese a haber
aguantado rayos mágicos, llamas del Fénix y virotes de la máquina de guerra
cercana, se lanzaron sobre las apretadas filas de Lanceros. Justo a su lado, la
valiente Guardia del Fénix redobló esfuerzos y acabó con el Príncipe Demonio no
sin que antes, esta criatura acabara con alguno de sus camaradas.
Los Caballeros del Caos de Nurgle
acompañados de los Incineradores acabaron con los ballesteros Enanos de ese
flanco y el carro Élfico que les acompañaba.
Los Bárbaros del Caos que iban
en el flanco de Archaon se lanzaron a por las apretadas filas de Rompehierros
pero no alcanzaron a sus enemigos. Esto lo aprovecharon los Príncipes
Dragoneros para cargar por su desprotegido flanco y hacer que huyeran, alcanzándoles en medio de la persecución.
Un suspiro de alivio surgió de
la boca de Altherion, pero poco lo duró pues veía cómo desde las filas caóticas
cada vez llegaban más y más refuerzos: Bárbaros, Carros del Caos, otro Príncipe
Demonio de negras alas… Pese a saber de lo desesperado de la misión y de las
nulas posibilidades de victoria, sí que confiaba por lo menos en la
supervivencia de algo del ejército aliado, pero esa posibilidad de esfumaba a
cada hora que pasaba: Cada vez había menos Elfos y Enanos y más adoradores de
los Dioses Oscuros.
Volviendo la mirada al centro
del campo de batalla, pudo ver cómo Archaon y su escolta se abalanzaban sobre
Ungrim y los Matadores.
El momento decisivo de la batalla había
llegado. Como espoleados por las decisiones de su oscuro señor, las fuerzas
caóticas se esforzaron aún más en llegar a sus enemigos y acabar con ellos. Los
Bestigors comandados por un Hombre Bestia de más de dos metros de altura
acabaron con los lanceros que no pudieron aguantar tanta carnicería y salieron
huyendo y fueron alcanzados y aniquilados en el proceso; los caballeros del
Caos Elegidos mataban martilladores y su armadura les protegía de los poderosos
golpes enemigos; los Portadores de Plaga cargaron a la Guardia del Fénix que
había aguantado ya suficiente antes contra el príncipe Demonio y aunque
vendieron cara su vida, terminaron sucumbiendo; un nuevo Príncipe Demonio con
Furias alcanzó a los Príncipes Dragón que habían terminado antes con unos
Bárbaros…
Y en ese momento, el tiempo
pareció detenerse. Conocedor de las poderosas y oscuras energías que poseía la
espada de Archaon, Astherion comprobó cómo caía una torrencial lluvia de golpes
sobre el Rey Matador. Cuando el Elegido frenó su acometida, el Señor del
Conocimiento comprobó que el Enano no solo estaba sin un rasguño sino que lanzó
su hacha mágica contra el gigante que se alzaba ante él. A su alrededor, se
desató una terrible melé entre Guerreros del Caos Elegidos y Matadores. Ambos
bandos se cobraron un terrible precio y campeones de ambos bandos, caían en
combate.
Sin embargo, el círculo se
estrechaba alrededor de los perennes bloques Enanos. Portadores del Cambio
cargaban por la retaguardia de los Matadores que aún así se negaban a huir
mientras su Rey siguiera con vida y enfrentándose al Elegido. Querían dar una
última oportunidad a su señor. Los Bestigors que quedaban llegaban a la carrera
por un flanco tras haber acabado (no sin dificultades) con el cañón órgano y
su obstinada dotación; el Príncipe Demonio cargaba contra los Barbaslargas,
nuevos Bárbaros se acercaban a la carrera…
Todo esto mientras el Hechicero
caótico desde lo alto de unas ruinas desplegaba una lluvia de muerte sobre los
pocos enemigos que intentaban huir del campo de batalla.
Con pena, Astherion fue
consciente de que toda la hueste élfica había sido aniquilada y solamente los
principales regimientos de Enanos quedaban con vida. Aquí se dio cuenta de que
el objetivo había sido logrado: El bando aliado había comprado un tiempo
precioso, que esperaba que Karl Franz, Valten y el resto se encargaran de
aprovechar. Sin embargo, se resistía a abandonar el campo de batalla mientras
quedaran con vida los Enanos que estaban vendiendo tan caras sus vidas….¿Y si
Ungrim era capaz de decapitar a Archaon? Volviendo de nuevo su mirada al duelo
que estaba marcando el final de la refriega, pudo ver cómo Ungrim Puñohierro se
lo jugó todo a una carta: El Hacha de Dargo destelló nuevamente atravesando la
armadura de Archaon; pero en ese momento, el poder de U’zhul en la espada del
Elegido logró atravesar el corazón del Rey. Utilizando su monstruosa fuerza,
Archaon empaló al Rey Matador y finalmente arrojó su cadáver al suelo en medio
de un aullido de victoria de todo el ejército caótico.
Astherion
no necesitó más, alzó el vuelo a lomos de su Águila y emprendió camino
velozmente hacia el suroeste portando las noticias de lo acontecido. Una
solitaria lágrima recorrió su mejilla izquierda al ser consciente del enorme
sacrificio que habían realizado sus camaradas élficos y el valiente Rey de Karak-Kadrin.
Y hasta aquí el semi-informe de
la batalla a 5.000 puntos por bando full painted que jugamos una mañana de
agosto en formato 2v2. Decir que me lo pasé muy bien, se queda corto. Meter
Personajes Especiales siempre da otro rollo a la partida, aunque como se
salen de todos los estándares de lo habitual, tiene que ser algo con cabeza y
por supuesto ganan mucho más en una partida con trasfondo y ambientada en un
momento concreto. Los cuatro jugadores gozamos mucho la partida y el resultado
fue lo que menos nos importó una vez nos pusimos ya a tirar dados y a ir viendo
cómo la historia de Warhammer se desarrollaba ante nuestros ojos al tratarse de
una batalla que podría pasar por concepto histórico de los que cambian el curso
de un importante conflicto: Desde tiradas locas e imposibles, pasando por
pequeños detalles capaces de desestabilizar todo un flanco de un ejército a por
supuesto el duelo final entre Ungrim y Archaon que era lo que todos veníamos
buscando cuando nos juntamos a jugar.
Jugamos el escenario 1 que se
encuentra en La Tormenta del Caos: Vinieron de los Desiertos. Es la segunda vez
que juego este escenario y puedo decir abiertamente que se encuentra muy
descompensado a favor del ejército defensor: Tienes que matar y/o hacer huir a
todo el ejército defensor en 5 turnos o menos. Si por lo menos las tropas
muertas del ejército atacante pudieran salir por los flancos en lugar de tener
que recorrer de nuevo todo el camino…Claro, que tampoco ayuda enfrentarse a
ejércitos de Liderazgo 8 y 9…
Desde aquí os animo a que en la
medida de lo posible juguéis siempre escenarios diferentes, con un rico
trasfondo detrás y lo más pintado posible: La experiencia no tiene nada que ver
y es infinitamente más rica.
¡Un saludo, legendarios!
Bonito informe con todo pintado. Coincido en que Warhammer tiene muchísimas posibilidades para explorarlas y explotarlas para aumentar la diversión
ResponderEliminarQue pasada de informe. Y las fotos son muy chulas.
ResponderEliminarSin duda tuvo que ser una gozada el jugar una batalla de estas características.
¡¡Muchas gracias por compartir!!
Pedazo de batalla a cuatro que os habéis echado. Menuda envidia.
ResponderEliminarAdemás todo pintado. Pepinazo de batalla.