¡Buenos días! Poco a poco seguimos avanzando con la publicación de trasfondo, gracias a las creaciones de los asistentes al torneo por bandos de Panzerhammer de septiembre. Volvemos eso sí a cambiar de situación, pues hoy la historia va de Bestias del Caos, y concretamente presenciaremos como Khal-ha La Sangrienta se alza en este relato de Germán.
GRR ARGHHHHHHHH GRRRRRRRRRRRRR ARKKK ARGGGG KKKK, un sonido de bestias, animales salvajes y con ganas de sangre, así empezaba una especie da asamblea de los hombres bestia y en un lenguaje común, o de los hombres, podría venir a significar lo siguiente:
-Hemos venido aquí, a presentar a los dioses oscuros a la aspirante, campeona, salvaje – dijo lo que sería un sacerdote.
Mientras gritos de enloquecidos hombres bestia sonaban, en la noche, oscura y siniestra como un vacío, que provocaba y alargaba los ecos en el silencio.
El sacerdote seguía hablando, iluminado bajo una tibias luces de unas antorchas, que había a su derecha sobre un gran pedestal, del que emanaba la sangre de los pobres e incautos que habían sido sacrificados. En el último ataque a una aldea del Imperio, donde, para bien o para mal, había caído el hijo menor del conde elector, Erns Von Houtsman, apodado el semi hombre, ya que no levantaba de estatura más que un hombre, pero por aquellas regiones, era la autoridad máxima, ya se fuera soldado, campesino o ramera de cualquier aldea, o poblado. Y la persona responsable de esto, así como de las matanzas de Hisregart, Aldgort, Traen, y la devastación en gran parte del territorio de Von Houtsman, había sido una caudilla de los hombres bestia, de nombre Khal-hal La Sangrienta.
Y hoy, en esta noche de sospechas y misterios, estaba siendo presentada ante los suyos, y cada victoria, era coreada por bramidos y chocar de espadas y hachas contra escudos y corazas de los cadáveres que había cerca, cada matanza sonaba a risa burlona, y desprecio hacia los caídos, de tal forma, que a cada vittore, resonaba un cuerno y una cabeza enemiga era puesta en una pica y alzada ante los suyos, hasta que el sacerdote, con un leve gesto de la mano, detuvo todo sonido y se hizo el silencio más espectral, tras lo cual, dijo entre susurros:
—Khal-ha - y posteriormente, con un grito enloquecedor, para que fuera escuchado por todo los presentes, o como si quisiera llamar la atención de los propios dioses del caos: -LAAAAAAAAAAAAAA SANGRIENTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
La euforia, la excitación, el frenesí, como una sola exaltación, hubo un rugido, una sola voz de una manada que hasta hace poco bramaba con distintos tonos se volvió uno, para recibir a LA SANGRIENTA.
Aún con el ruido ensordecedor del ambiente, se podía escuchar las fuertes pisadas de alguien que se acercaba hacia aquel sacerdote, era la figura de una mujer, bastante alta para ser una hembra de los hombres bestia, y con un pelo más liso de lo que cualquier humano podría imaginar de una bestia, portaba vestigios de armaduras que había ido recogiendo a lo largo de los combates anteriores, y como era característico en la raza de los hombres bestia posía dos cuernos que podía recordar a los de una cabra en la cabeza. Cuando llegó junto al sacerdote todos se callaron de golpe pues sabían, lo que iba a ocurrir posteriormente, ya que iba a ser presentado ante los cuatro dioses del caos.
Tzeentch: el que lo transforma todo con su mirada, un hechicero tan supremo que doblega a la magia a su voluntad, llamado el señor de la transformación.
Slaanesh: el menor de todos, dios de la lujuria y el exceso, con un gusto tan estridente como misterioso, llamado el príncipe oscuro.
Nurgle: el que corrompe, el que pudre y corrosiona toda forma de vida, llamado la gran inmundicia.
Khorne: el dios de la sangre, las hostilidades y el caos más absoluto, sangre para el dios de la sangre.
Y si estos la eligen como su paladina, podría liderar a la gran manada en una incursión sin precedentes, o ser totalmente destruida con la misma rapidez que el viento se lleva una hoja seca del árbol.
El sacerdote le mostró el camino para subir hacia el altar y una vez allí, habló en una lengua antigua y desconocida, pero, su traducción podría ser la siguiente:
-“ Grandes dioses del Caos, a vosotros me dirijo, padre de la transformación, señor de la sangre, príncipe oscuro, poderoso señor que corrompe, escuchad y atended mi llamamiento, pues he aquí, que hoy y ahora os presente a vosotros, destructores, a una candidata, para vuestra aprobación y escrutinio, dadme vuestro permiso . . .” -dijo el sacerdote.
Y obtuvo su respuesta, ya que de un cielo totalmente despejado, se vio un relámpago caer delante del altar acabando con uno de los presentes; por lo que el sacerdote continuó, dando en primer lugar las gracias a los dioses, por atender su llamada.
-“ Gracias o grandes señores del caos, ella es la Sangrienta, ha destruido varios pueblos, haciendo grandes matanzas en vuestro nombre, ha hecho sacrificios para serviros, acabando con los rivales a ser jefes de la manada, ya fueran grandes o familiares, para contentar a los cuatro; se ha enfrentado en grandes combates contra grandes señores, seguidores de Sigmar y a todos ellos ha abatido, los ejércitos y milicias enemigos han sucumbido a su presencia, y por ello oh grandes señores, se presenta, para recibir, si así lo deseáis, vuestra aprobación y dirigir a la gran manada, a difundir vuestras creencias, vedla, observadla y decidid si es apta, para tal cometido, sino, fulminadla, por su atrevimiento y osadía” – concluyó el sacerdote y se alejó del pedestal.
Tras unos instantes sin que ocurriera nada, lo que hasta ahora había sido un cielo despejado empezó a llenarse de nubes que formaban encima de la aspirante, y las llamas de las antorchas, dejaron de dar calor, ya que pasó su llama de un puro rojo vivo, que lo consumiría todo, a un azul tan mágico como hipnotizante, para apagarse de golpe y en un gran estallido de luz, delante de Khal-Hal La Sangrienta, se abrió la tierra y como si de ella emanara, salió un géiser de sangre hirviendo, que se elevó más alto que la ciudad amurallada de Altdorf, para volver a desaparecer en un parpadeo.
Tras ello quedaron dos grandes bloques de piedra, allí donde se había abierto la tierra, y como si de un eco flotara en el ambiente, empiezo a escucharse la palabra SANGRIENTA.
Como si de un llamado fuera, Khal-Hal, La Sangrienta se acercó a aquellas grandes piedras y tocó la primera haciéndose polvo ante los ojos atemorizados de los hombres bestia que allí se reunían y que habían quedado completamente inmóviles, llenos de temor y terror, por lo que habían presenciado, sabiendo que lo que habían visto, no era si no un mensaje de sus dioses pronunciándose ante ellos. Cuando se disipó el polvo de lo que había sido la gran piedra, se encontraba en su lugar un gran cayado, por un lado terminaba en un cráneo aullante, y por el otro extremo una gran hoja de un color que ningún herrero, ya fuese humano, elfo o enano hubiese visto, y que podía sentirse el ansia y la sed de sangre que imbuía a la hoja.
Así mismo hizo con la segunda gran piedra, y nuevamente al despejarse el polvo, había otro objeto, un pequeño collar de protección, pues ya no cabía duda que los grandes dioses del Caos, habían reconocido a La Sangrienta como su paladín y líder de la manada de hombres bestias, pero no fue hasta que se puso el collar, que se le revelaron los planes de los Dioses Oscuros y el objetivo que se le había encomendado, pues no era otro que tomar una pequeña fortaleza imperial, que se encontraba entre los territorios de Bretonia y Athel Loren, entre los caballeros y los enemigos jurados de los hombres bestia, los elfos silvanos, que tantas veces habían hecho fracasar sus planes.
Pero no todo era alegría y jolgorio ya que los Dioses Oscuros no daban nada gratis, se le había entregado un arma hechizada con un ansia de sangre tan profunda y desenfrenada, que tendría que ser alimentada constantemente, o podría llegar a devorar a su portador, qué mejor instrumento de matanza para alguien cuyo apodo era La Sangrienta, y por otro lado un objeto que contenía una protección tan excepcional que podría protegerla hasta de un impacto directo de un cañón. Eran grandes regalos sin duda para un paladín sin parangón, pero al igual que los Dioses Oscuros daban algo con tan suma facilidad, objetos de tan incalculable poder o valor, tan bien podrían quitarlo con la misma facilidad, si con ello hacían perder la cordura a su portador, sería un precio pequeño, en comparación con poder convertirlo en un simple nurglete o en una bestia descerebrada como un engendro, ya que los dioses tenían un extraño sentido del humor para estas cosas.
Aunque no todo podría ser tan malo, también podrían convertirla en una especie de príncipe demonio y ser por toda la eternidad una marioneta al servicio de los Dioses, pero, se mirase como se mirase, ya tenía encima la mirada de los dioses y eso solo podía suponer que no había vuelta atrás, debía seguir hacia adelante con lo que ordenarán y no fracasar, pues no aceptaban el fracaso en ningún concepto y muchas veces hasta el propio éxito, tampoco era aceptado por alguno de ellos.
Tras esto La Sangrienta tendría que empezar a preparar la ofensiva y reunir a sus tropas, lo que tenía claro es que aquellos que presenciaron su nacimiento como elegida del Caos serían su guardia personal, ya que lo que vieron les cambió para siempre, dotándolos a cada uno de ellos de una fuerza y una resistencia fuera de lo común para su raza, era el momento de empezar, era el momento de EL COMIENZO.
Comandantes
- Caudillo hombre bestia con arma de mano adicional, Armadura de la Condenación, La Mirada de los Dioses y Marca del Caos Absoluto, 159 puntos
Héroes
- Beligor con armadura pesada, arma a dos manos, Marca del Caos Absoluto y Corona de Cuernos, 98 puntos
- Beligor portaestandarte de batalla con Armadura del Caos y Marca del Caos Absoluto, 95 puntos
- Chamán del rebaño de nivel 2 con Bastón de Darkoth, Pergamino de Dispersión y Marca del Caos Absoluto, 160 puntos
Básicas
- 18 bestigors con armadura pesada y grupo de mando completo, 246 puntos
- Carro de tuskgors, 85 puntos
- Carro de tuskgors, 85 puntos
- Manada de 11 gors con arma de mano adicional y 9 ungor con lanza y escudo, grupo de mando completo, 157 puntos
- Manada de 10 gors con arma de mano adicional y 9 ungor con lanza y escudo, músico y portaestandarte, 130 puntos
- Manada de 10 ungors con arco corto y músico, 54 puntos
- Manada de 10 ungors con arco corto y músico, 54 puntos
- 6 arpías, 78 puntos
- 6 mastines del Caos con cuidador gor, 48 puntos
- 5 mastines del Caos con cuidador gor, 42 puntos
Especiales
- Carro del Caos con Marca del Caos Absoluto, 120 puntos
- 6 centigors con escudo y grupo de mando completo, 149 puntos
- 6 furias, 90 puntos
Singulares
- 2 engendros del Caos con Marca de Slaanesh, 150 puntos
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