Buenos días a todos, especialmente a aquellos que apreciáis una entrada bien currada. Hoy nos vamos a poner morados con la que nos envía Manolo que avanza incansable con su escalada de los lectores, y su hueste reptiliana está cogiendo color y empaque. A disfrutarlo.
Oh Cordo corazón negro, chambelán del legítimo Rey Fénix, Oh
biennacidos señores de Leyendas en Miniatura, un año ha de que mis primeras e
indignas líneas salieran publicadas en este vuestro blog. Desde entonces
siempre que he tenido un momento de solaz se lo he hurtado al descanso, y así
he fatigado muchas tintas y pigmentos para derrotar al peor mal: La Marea Gris.
Vuestro servidor, Manolo, se dispone a arrebatar el asueto
de vuestras excelencias para daros buenas nuevas… Si tienen a bien acompañarme…
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Cuando con maléficas artes y oscuros designios en mente; o
cuando con la ignorancia y el atrevimiento que otorga; o cuando con buenas
intenciones (recordad que el camino al infierno está pavimentado de buenas
intenciones), las razas jóvenes se han interpuesto ya sea casual, deliberada o
contumazmente en el plan de los Ancestrales sus sirvientes poiquilotermos se
han opuesto a ello.
En los últimos siglos la labor de los Hombres Lagarto pasaba
por actuar a posteriori a los eventos para restablecer el equilibrio,
triunfando por el aviso prestado por las placas sagradas o por el supremo
conocimiento de la única Ciencia verdadera (la Astromancia, puesto que es
lógico y a la mente lúcida se revela como evidente que en los astros y constelaciones
encuentran los hechos y destinos su asiento y cumplimiento)
Esta manera de actuar se ha mostrado efectiva una y otra
vez, si bien abonando el precio de ceder
la iniciativa al enemigo. Año tras año el mal se acrecienta y se vuelve más
osado.
El legítimo rencor frío que anida en los corazones de Los
Hombres Lagarto, el odio y la beligerancia por sentir su hogar invadido dio su
origen a la deidad Sotek, protectora inicialmente de Lustria. Pero este
resentimiento ahora se ha desbordado de su cauce ecuatorial y se expande por el
mundo con encono.
En la divina mente de Mazdamundi se ha pergeñado un plan:
llevar la guerra a los enemigos atacándolos donde menos se lo esperan, tomando
la iniciativa.
Para ello ha dado orden de restaurar y repoblar la antiquísima
ciudad oasis de Zerzura, situada en una meseta en medio del terrible e ignoto desierto.
En la campaña de Albion Mazdamundi discurrió que sus huestes
pueden y deben adaptarse a una doctrina táctica diferente. Un gran beneficio
obtuvieron los Hombres Lagarto de ello.
La fundación de Konkuata, la ciudad de la resistencia, tal
vez la primera ciudad fundada por los Hombres lagarto desde los pretéritos
eones ha reverdecido el dinamismo que una vez tuvo la raza.
Sin embargo, todo estuvo a punto de malograrse por el ataque
de Vanshaar el atormentador a Lustria, incursión pavorosa que puso en riesgo
Hexoalt e hizo que los mejores batallones con Kroq Gar al frente se tuvieran
que replegar de Albion para socorrer la Ciudad del Sol. Parece claro que una alianza maléfica de
Elfos desviados y depravados hijos del Caos es posible y potencialmente
devastadora. No puede derrotarse al mal
si no es atacándolo, si únicamente se le repele se rearma y contraataca de
nuevo.
Así nació el proyecto de refundar la mítica ciudad del
desierto… Zerzura: hay que llevar la guerra a los enemigos, no esperar a que el
enemigo la traiga a nuestras puertas.
Situada en una región secreta, mucho más cerca de los reinos
jóvenes de sangre tibia que la apartada Lustria, conectada por líneas
geománticas milenios ha inactivas, oculta de la vista no por la impenetrable foresta sino por el pavoroso
desierto sin fin, guarecida por monstruos antediluvianos, desconocida para casi
todos excepto para los más eruditos elfos de la Torre de Hoeth (ejem, quiero
decir… de la universidad de hechicería de Ghrond), se antoja el lugar
irreprochable en el que reunir una hueste tan alta como lo es su misión última…
Buenos y propicios días mis señores, valientes y galantes
pintores de Miniaturas de Leyenda, Leyendas en Miniatura.
Ruego sirvan estas líneas rápidamente garabateadas para
plantear el prefacio al que será el trasfondo de mi ejército: una inmensa
hueste se está concentrando mes a mes en una antigua ciudad olvidada, situada
en un oasis selvático en un desierto inmenso y terrible, repoblándola y
preparando los bastimentos para llevar la iniciativa en la guerra al utilizarla
como lanzadera para incursiones e invasiones.
Mes a mes el divino poder de los Slann utiliza la red
geomántica para enviar más y más batallones a la fabulosa urbe, al ritmo
determinado por los pinceles de quien humildemente os escribe e importuna
vuestra vista.
Así pues, sin mayor preámbulo, vamos a presentar a los
diferentes regimientos que han tenido la suerte de abandonar la vergonzante
marea gris (para tener el dudoso honor de ser coloreados de violeta por tan
inexpertas y vacilantes manos).
Los Zahareños: envidiosos y sombríos eslizones, codiciosos
de las riquezas y de la resistencia
física de otras razas (incluso a ellos les es dolorosamente evidente su
resistencia 2, su torpeza con las armas de combate HA 2 y su falta de
armadura); estos malevolentes eslizones encuentran su gusto en arruinar la vida
a sus enemigos, infiltrándose en sus campamentos de noche o separando las
falanges del contrario metiéndose entre sus unidades y rociándolas con
veneno.
Podría parecer a vuestras excelencias que de riquezas andan
sobrados los eslizones, puesto que de oro es su equipamiento; pero este desove
ansía el saber tecnológico, los engranajes, artilugios mecánicos, el secreto
arte del vapor.
Así pues, lo que más les gusta es atacar a las tropas de
proyectiles enemigas para saquear sus misteriosos arcabuces, atronadores,
cañones y morteros.
El cruel veneno del que hacen gala es destilado de la flor
del nenúfar del Oasis: un tósigo portador de un sueño invencible. Aquel
desdichado que es herido sucumbe a una somnolencia cataléptica, irrefrenable
lasitud enfermiza ante la desesperación de sus compañeros y los gritos
impotentes de su oficiales, quedando abandonado vivo pero indefenso en el campo
de batalla. Qué hacen los eslizones con sus estuporosas víctimas es un
misterio…
Eslizones con cresta rosa, escudo verde; armas doradas con asta blanca.
Eslizones con cresta verde; cerbatanas blancas y doradas. |
Eslizones con cresta morada, armas verdes con asta negra. |
Los zahareños preparados para arruinarle la vida al oponente, enrobinándole la sangre con ponzoña somnífera. |
La guardia del Blocao/ Guardia de la Colina de las Ánforas
Voluntarios todos, para unirse a esta unidad solo se
requiere un nombre. El oficial al cargo no pregunta edad, procedencia, desove
ni Ancestral predilecto o devocionado.
Esta unidad ofrece la posibilidad de una nueva (y muchas
veces extremadamente corta pero aventurera) vida a aquel que en ella se enrola.
Hay un halo romántico y trágico en ellos: empezando por el
plomo/resina de imitación de la que están hechos sus cuerpos; siguiendo por su
aspecto, para unos contrahecho y monopose, para otros perfecta artesanía hecha
a mano, de cuando las miniaturas se diseñaban con masilla verde; continuando
por su poco vista en el campo de batalla jabalina; prosiguiendo por el deseo de
redención o la tragedia que les lleva a enrolarse “pesa en mi alma doliente
calvario
que en el fuego busca redención.; terminando por la misión que tienen
encomendada.
Escondidos en pequeños chiribitiles en la colina de las
Ánforas (acerca de la cual vuestras excelencias tendrán cumplidas nuevas),
estos esforzados eslizones están acostumbrados a la sed, las marchas de
endurecimiento y el combate a quemarropa del enemigo. Capitaneados por una oficialidad marcial y
orgullosa (que todavía no ha abandonado el patético color anodino), portan pequeños
escudos de piedra de jade, que no se calienta al sol sino que permanece fresca,
armados con jabalinas venenosas, son galanes ante la muerte puesto que su vida
es un azar “al azar dejas tu suerte, pues tu vida es un azar”, y la reciben
vestidos con sus mejores y más horteras galas (léase: pulseras, esclavas,
ajorcas, brazaletes y tobilleras de oro).
El veneno que portan es el extraído de la Piedra de Tiza.
Como aquellos de vuestras excelencias que hayan sido obligados por su
institutriz a comer tiza como castigo a alguna juvenil fechoría sabrán, no hay
nada que más sed produzca que un buen bocado de tiza (con la que escriben los
profesores). Y de esto trata la ponzoña: el herido se ve presa de una sed
estrábica, hiperestesiada y extranatural que lo enloquece, haciéndole cargar imprudentemente abandonando las filas de su regimiento para caer en alguna
trampa, extraviarse en el terrible páramo arenoso o abalanzarse
irreflexivamente sobre las ánforas que los eslizones custodian (eventualidad
que ya tiene prevista).
Custodiar esta colina, lejos de las líneas amigas, cercados
por el calor seco e inmisericorde, acuciados por la sed, disciplinados para no
beber del preciado líquido que tienen comisionado defender… una misión que
pocos envidiarían.
Los viejos amigos:
Llamados a filas de nuevo cuando ya disfrutaban de una
cómoda charca de aguas frescas y de tierras de labranza en Konkuata, los viejos
amigos fueron licenciados cuando terminó la campaña sobre Albión.
Entre sus filas atinareis a distinguir al Chamán
Cuzipantuti.
Habiendo participado en más batallas que ninguna otra unidad
en el ejército de Hombres lagarto (creedme excelencias, son muchas) y habiendo
soportado bajas escandalosamente altas con resignación, fueron recompensados
con tierras fértiles. A su poblado lo llamaron Emerita Lagarto Auguta y allí
vivían felices e industriosos cuando los sorprendió la orden telepática de los
Slann “viejos amigos, aprestaos, cambiad vuestro fértil poblado por la promesa
de nuevas aventuras y proezas en las tierras resecas”. Comunicado mental que
vivieron con evidente cinismo y descreimiento, pero ¡qué otra cosa podrían
hacer que obedecer!
Los componentes de esta unidad son todos viejos. Han
marchado por cientos de campos de batalla en todo el Viejo Mundo, Lustria,
Ulthuan y más allá. Han perfeccionado el uso de un arma anacrónica: el arco
corto, y actúan como brigada mixta con los Kroxigors de choque, bien haciendo
de pantalla para que aquellos carguen a través de ellos; bien apiñándose a su
alrededor para inspirarse ánimos y contagiarse de la pavorosa y destructiva
energía de sus primos mayores.
Son famosas las batallas en las que sorprendieron por los
flancos a altivos caballeros dragoneros, aunque su mayor distinción se dio en
la batalla de la llanura de plomo, en la que soportando descargas de fuego
imperial que caía sobre ellos como granizada cargaron contra un regimiento de
enlatados caballeros pantera haciéndolos tabaco.
El peor enemigo al que hasta ahora se han enfrentado en su
ilustre y extensa carrera han sido los cañones órganos enanos y el mago Elfo
renegado Teclis, a quien cruelmente le gustaba quemarlos con Las maléficas
llamas del fénix.
La pócima con la que embadurnan sus flechas la exprimen de
las Naranjas de la Madurez, portadora de la Acedía.
Los desgraciados que
se envenenan maduran rápidamente, se vuelven serios y taciturnos al instante
pero incontinentes verbales, pierden su
ardor guerrero y pasan a contraer la enfermedad conocida como “acedía”. Su discurso, pronunciado con irritante displicencia
y verborreico aburrimiento versa
incesantemente de temas “serios” como la inflación, la crianza, la
semana de vacaciones en un piso alquilado en La Manga del Mar Menor sin aire
acondicionado y la pertinencia o no de invertir en bonos del estado “porque no
vamos a tener pensión”.
Por ejemplo: “ ya
tenemos edad Manolo, hay que madurar, ya
sabes, pagar la hipoteca o invertir en una plaza de garaje. ¿No me digas que
todavía sigues con los warjamer? Madre mía, no puedes estar jugando a los
muñecos a tu edad, vendí todo mi antiguo
ejército de enano de plomo por cien euros, menuda pasta me saqué jejeje.
También podrías hacer la tesis en tu tiempo libre etc”. Un destino
verdaderamente horripilante. No daré más detalles a vuestras excelencias. Ya
saben a qué tipo de mal me refiero.
Esta unidad lleva pintada 20 años, únicamente he uniformado
las peanas al ejército. A uno de los kroxigors le faltan detalles por pintar,
igual que el emblema del estandarte, pero ruego que sean benevolentes con
ellos: han salido de sus casas tan rápido que no han podido arreglarse tanto
como quisieran.
Los Gélidos: La segunda oportunidad.
Cuando más noble de entre los leedores de Leyendas en
miniatura, el ínclito Barón de Pretto, a quien los Ancestrales guarden (o
pierdan, si capitanea a los engendros-rata) le plugo aconsejarme, lo hizo de la
siguiente manera:
“ Un
consejo que no tiene por qué aplicar a su ilustre persona: pon más variedad a
tus escaladas. Haces bien en variar ligeramente los tonos de las unidades, pero
pienso que deberías intercalar unidades diversas dentro de la gama de lagartos
—pintar un estegadón, unos kroxígores, un héroe— entre tanto saurio. Razón de
más si planeas llegar al próximo torneo, en cuyo caso te recomendaría
encarecidamente que hicieras de una a tres posibles listas a 2.000 puntos y
tratases de ceñirte a ellas. ¡Ya habrá tiempo para completar los sesenta
saurios y el centenar de eslizones! De lo contrario correrás el riesgo de
acabar saturado primero y engullido después por las despiadadas fauces de la
marea gris.”
Dando oídos a tan hondas reflexiones me dispuse a
ello. Tomé un regimiento de gélidos de su descanso. Mala memoria tenía de él.
En el pasado los pinté de azul eléctrico. Nunca me convencieron, demasiado
color arremolinado en una misma miniatura. Así que los bañé en el renovador
alcohol hirviente. Emergieron todavía peor: grises. Se me plantearon muchos
problemas. ¿De qué color pintar al gélido? ¿y sus escamas? ¿Mono o bicolor? ¿Y
al saurio que va encima? Las dudas okuparon (con k, sin pagar alquiler) mi mente, ramificándose y amenazando con
obliterar mi entendimiento con sus zarcillos. Las mismas dudas que había tenido más de una
década antes cuando me enfrenté a ellos. Persistí. Decidí hacerlos negros, con las escamas de
color borgoña , tonalidad que repetiría en los escudos.
Ambivalente me siento ante el resultado, pero al
menos no son grises. ¿qué hacer para el siguiente regimiento? ;¿seguir
insistiendo con el negro para mejorarlo (algo del todo necesario)?; ¿probar
otro color, por ejemplo otro morado o en blanco hueso? Preguntas, cuestiones,
dudas, incertidumbres. Ayuda necesito de vuestras excelencias
Nota de Cordo: A mí, me gustan. Es cierto que el negro no contrasta mucho, pero la unidad tienen contraste con los dorados, la arena de las peanas y los detalles verdes de las armas. Así que ninguna pega.
Heme aquí, pintor de brocha gorda, ahora desvergonzosamente
imprudente, gastando el poco dinero que tengo y el tiempo que no me sobra en
pintar miniaturas, cuando podría estar pensando en invertir en valores seguros
o que den rentabilidad… esperad, Oh Dios mío, creo que me he arañado un dedo
con el veneno de los eslizones…. Aaaaaaaghh
Bueno, aprovecho para despedirme de tan nobles, altos,
puros, aventajados y linajudos hijosdalgos.
Reitero en el deseo y la petición de consejos: nada holgaría
tanto mi alma como un fidvac (feed back) que llaman ahora los renacuajos de
sangre caliente.
Se despide ya Manolo, de Murcia, vuestro servidor más lento
pero más fiel, a quienes los Ancestrales otorguen destreza con el pincel y buen
gusto con los tonos.
En Murcia, a día de Primeros Brotes (Mitterfruhl) del año de la creación del mundo 8420
Brutal Manolo, me ha encantado el trasfondo de tu ejército. Muy fan de los viejos amigos. Creo, como te comentaba el Barón de Pretto, que es muy útil ir cambiando el pintado de diferentes tropas en el ejército, puedes acabar harto y perder las ganas de seguir por un tiempo. A mí me pasó al principio precisamente con Hombres Lagarto, pinté 40 saurios y 30 eslizones de seguido.... Un error, ahora voy pintando unidades diversas y de menos minis y se me hace mucho más ameno y divertido, en definitiva, se disfruta más.
ResponderEliminarTus hermanos de las Tierras del Sur procederemos también a tomar la iniciativa en la lucha contra el enemigo, para que se frenen los desvaríos de las razas jóvenes y el Gran Plan siga su curso.
Saludos desde las profundidades de la jungla.
Estimado Puchi, te transmito los agradecimientos de parte de Los Viejos Amigos y por supuesto los míos. Es una unidad muy antigua a la que le tengo mucho cariño.
EliminarTambién me alegro que te guste el trasfondo. Siempre me ha gustado el tema de la exploración de los desiertos, y aunque ambienté el ejército en un desierto siguiendo una recomendación estética, por hacer contraste con el morado, me va atrayendo cada vez más alejarlos de la selva normal y corriente y darles otro toque, incluyendo que estén ahora refundando una ciudad y volviéndose más proactivos.
Un abrazo!!
A la atención del insigne Don Manolo de las ardientes arenas de Murcia y Zerzura —urbes a todas luces vecinas y hermanadas—. Los barones os mandan una gran felicitación por tus nada desdeñables en cantidad y calidad progresos escaladores en este aniversario de vuestra feliz incorporación a nuestra interminable guerra.
ResponderEliminarHemos de señalar que lo que más nos ha entusiasmado de la entrada, amén de las descripciones de las diversas ponzoñas de los aviesos eslizones, es la unidad de gélidos. Impresionante paleta cromática. Al negro siempre le luce su opuesto, el blanco, así que los gélidos de la otra manada podrían ir en tonalidades blanco-crema y manteniendo el resto más o menos igual. Es más, cabe imaginarse que un día vuced se harte de los negros y de los blancos y decida abrir la veda al mestizaje, combinando una y otra unidades en una manada mixta. Que tiemblen los adversarios de Zerzura.
A propósito, es muy placentera la lectura de vuestros textos preñados de arcaísmos y palabras extraídas de oscuros grimorios que solo los más avezados miembros del Consejo de los Trece de la RAE se atreven a hojear. El estilo me ha recordado a una novela de un buen amigo mío, oriundo de Huelva, impresionante obra de fantasía ambientada en una ciudad con reminiscencias mediterráneas en el que la pólvora acaba de ser descubierta, cosa que no hará sino calentar los ánimos respecto a la inminente guerra civil que se cuece en la sombra. Es una lectura absolutamente recomendable que vuced disfrutará. Cotillead sus primeras páginas en la muestra gratuita y os satisfará. Sombras y ceniza, se llama. Aquí comparto el enlace: https://www.amazon.es/Sombras-ceniza-Mar%C3%ADa-Bravo-Lineros/dp/1099114489
Estimados Baronesa y Barón: muchísimas gracias por vuestras palabras, consejos y ánimos.
EliminarMe da mucha alegría saber que os gusta cómo voy pintando, que os entretenéis leyéndome y por encima de todo me gusta mucho que me aconsejéis. La piel de los próximos gélidos la pintaré de crema, tal y como me recomiendan, y ¡eso de mezclarlos ha sido una idea espectacular!
Por último agradezco muchísimo la recomendación de lectura, ya mismo compro la novela y me empapo de ella.
De nuevo, ¡un abrazo muy grande y muchas gracias!