¡Buenos días! Y sin no son buenos, ya veréis que los protagonistas del nuevo capítulo de trasfondo que nos trae Duffman en su escalada de los lectores tienen un día peor. Siempre es difícil progresar la cola de pintura en verano, pero aquí vienen unas pocas minis.
Sigo comentando mis movidas
warhammeras navegantes de mares grises en esta escalada de julio, aquí Duffman.
Capítulo
7: La prisión del culto del placer
Hacía ya más de diez días que aquellos guerreros, aquellas bestias
inmisericordes los habían tomado prisioneros. Atacaron el pueblo, a las faldas
de las montañas negras, por la noche. El asalto duró poco. Kruger, sacerdote
guerrero de Sigmar, consiguió convertir en pulpa sanguinolenta la cabeza de
tres guerreros con su martillo antes de recibir un fuerte golpe proveniente de
un puño acorazado. Su nariz sangraba abundantemente y cuando intentó levantarse
una bota metálica golpeó de nuevo su cráneo. Y se hizo la oscuridad.
Ahora caminaba por un sendero desnudo y con las manos atadas. Las
piedras se clavaban como cuchillos en las plantas sangrantes de sus pies. El
frío hacía que ya no sintiese los dedos de sus manos. Y sin embargo rezaba a
Sigmar para que la columna no se detuviese. Sigmar. ¿Lo habría abandonado? Cada
vez que se detenían comenzaban los rituales. Aquellos hombres, un par de
centenares, rendían culto a una deidad de dolor y placer. Buscaban las maneras
más retorcidas posibles de experimentar con sus sentidos y los cautivos eran
las herramientas predilectas.
Ya habían ejecutado a casi todos prisioneros que iniciaron la marcha. Habían
obligado a Kruger a presenciar cada tortura, cada ejecución. El objetivo de sus
captores era que el sacerdote renunciase a su dios. Se divertían con ello. Un
extraño símbolo y una estrella de ocho puntas se dibujaba en su piel. Hasta su
cuerpo había sido profanado. Solo quedaba su alma que, al borde de la desesperación,
se abrazaba a una fe en Sigmar que se apagaba poco a poco.
Finalmente, el sacerdote fue empujado a un pozo. Un sumidero lleno de
huesos, con símbolos que no honraban a un dios, si no a la muerte. Junto a él,
el otro prisionero que aún seguía vivo: Su discípulo Günther. El joven muchacho
había servido a Kruger desde los 8 años, cuando se quedó huérfano y había
emprendido el camino de la fe como asistente del sacerdote. Ahora era una masa
balbuceante y mutilada que no paraba de sollozar. Era la oportunidad de Kruger
de acabar con todo. No les daría la oportunidad a sus captores de divertirse más
con sus desgracias. No dudó. Sigmar ya no estaba con él. Cogió un fémur afilado
y lo clavó en el cráneo de su pupilo. El “arma” entró por debajo de la
mandíbula de abajo a arriba. El muchacho murió en el acto. Ya nada importaba.
Estaba claro que su Dios ya no le era propicio. Solo deseaba la muerte. Cogió
otro hueso y lo clavó en su brazo describiendo una larga línea hasta el
antebrazo. La sangre comenzó a brotar en gran cantidad. Después se rebanó el
cuello. Mientras su vida se escapaba para encontrar el descanso eterno, una
chispa de profundo odio y venganza apareció fugazmente en su mente antes de
apagarse.
Los sirvientes del caos, decepcionados por haber perdido sus juguetes,
dedicaron la noche a emborracharse y practicar todos los excesos posibles hasta
caer dormidos.
Los gritos comenzaron a despertar al campamento unas horas después.
Todos los guardias colgaban de los árboles. Vivos. Pero sin extremidades,
orejas, nariz, ojos ni lengua. Sus heridas habían sido cauterizadas. Privados
de toda sensación. Peor que cualquier prisión de piedra, madera o acero. Sin
carceleros y sin embargo de la cual era imposible de escapar. El sonido de los
cuerpos zarandeándose mientras aquellas bocas sin lengua emitían sonidos
guturales era aterrador. Los guerreros se agruparon en el centro del
campamento, y esperaron. Unas carcajadas de ultratumba emergieron de aquel pozo
acompañadas de dos figuras esqueléticas flotando en el aire. Los recién
llegados atravesaron con sus guadañas las almas de los cultistas cercanos como si
fueran aire. Los guerreros, forjados en cientos de batallas, rompieron filas y
comenzaron a correr como niños asustados. Durante tres largos días cada uno de
aquellos monstruos convertidos en ovejas fueron cazados. Uno a uno. Desaparecían
entre las sombras para volver a aparecer en los árboles circundantes. A la
vista de sus antiguos camaradas. Ninguno de aquellos siervos de aquel dios
oscuro salió nunca de las montañas.
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Otto escrutaba el paso de montaña que se abría ante él. Quería
abandonar El Imperio inmediatamente, pero usar el Paso del Fuego Negro era un
suicidio. Sería imposible pasar desapercibido. Así que solo le quedaba aquel camino.
El sendero de los sentidos. El problema era que sería fácil perderse por él sin
alguien que los guiase. Y ese alguien eran aquellas dos figuras espectrales que
se habían aparecido ante él.
El ejército no muerto comenzó a marchar en filas de tres cuerpos como
mucho debido a la estrechez del paso. Tras unos cuantos días, llegaron a un
antiguo campamento abandonado. Varias decenas de esqueletos mutilados colgaban
de los árboles circundantes. En el centro, un pozo. Alrededor de él, unos
cuerpos mutilados al extremo, pero vivos. Solo capaces de sentir el frío, el
dolor y la lluvia esporádica. Alguien los estaba alimentando con carne pútrida
para seguir manteniéndolos con vida lo máximo posible.
-
“Otro tipo
de no muerte.” Dijo Karl.
-
“Peor que
la que nosotros concedemos.” Contestó Otto.
Y continuaron su camino.
Kruger y Günther. Dos espectros. Sencillos de pintar con contrast
diluyendo más o menos con medium.
Este mes tocaba personajes, y me están dando unas ganas terribles de
pintar pielesverdes (como en su día me pasó con los zombis), así que me estoy
dejando llevar y aprovechando para pintar todo lo posible.
Por último, estoy repintando miniaturas que había manchado hace 20
años. “Loz Tirapaloz de laz Montañaz Negraz” Tengo una deuda con ellas. Foto de
antes, y de las actuales.
Y con todo esto, veamos el mes de
Julio:
Entradas: 8 (Imperium)
Ventas: 2
Pintadas: 5 personajes + 18
arqueroz orcoz = 23
Estado de objetivos:
1.
Balance: Acumulado – Compras + Ventas + Pintadas
= -182 - 8 + 2 + 23 = -165
2.
Condes: 1.823 + 180 (2 Espectros): 2.003/2500
puntos (80%)
3.
Imperio: 20/20 miniaturas (100%) Completado.
4.
Bonus:
a.
Orcos y goblins: (27 miniaturas/381 puntos) (100%). Sin
valor objetivo
b.
Escenografía (4 muros) (100%). Sin valor objetivo
5.
Partidas: 9+3: 12/12 (100%) Completado.
Estuve una semana en la playa
dejando de lado los pinceles, por lo que he pintado algo menos que otros meses.
Sigo poniendo cosillas a la venta y desprendiéndome de ellas a cuenta gotas. El
balance es positivo, pero con un ritmo insuficiente si quiero remontar esto de
aquí a final de año.
En lo que a jugar se refiere, el
evento del mes fue el torneo de Battlebunker en Vitoria, en el que cierto
“conde elector” de Solland parece que troleó a la peña. Poder saludar a gente
que siente tanta o más pasión por el hobby que yo fue una gozada.
Por mi parte, un empate y una
derrota y victoria marginales. Creo que estoy aprendiendo a minimizar daños
cuando las cosas se tuercen, pero me aun cuesta mucho explotar las situaciones
en las que tomo ventaja. Aciertos/errores que voy aprendiendo de condes:
-
La doncella y los necrófagos tienen mucho
potencial, pero me suelen quemar en las manos y tiendo a perderlos por torpeza
o no tener la paciencia suficiente para que sobrevivan a los últimos turnos.
-
Es muy difícil que la línea se venga abajo con 3
bloques de infantería no muerta. Me dan muchísima tranquilidad.
-
Por mucho que un vampiro tenga HA8 y F7, el
impactar a 3´s puede ser un filtro que me hace fallar muchos ataques.
Respecto a mis rivales, fueron
agradables a más no poder. Como siempre digo, la sensación de estar jugando con
amigos de toda la vida. La primera partida fue contra Imperio, en el que un
rifle largo de Hochland le dio un susto gordo a Otto. La segunda contra bestias
(la primera vez que juego contra ellas). Destacar que calculé por error un
combate en mi contra y mi rival, Jorge, en lugar de dejarlo pasar, me corrigió
a pesar de que le perjudicaba a él gravemente. Me quito el sombrero. Y por
último contra los silvanos de Pablo Quinoces, el cuál conocí el año pasado de
Navaridas (donde conseguí la cuchara de madera, por cierto), y es uno de los
culpables de que me haya animado a hacer la escalada y a cuidar mucho más el
trasfondo. El tío se presentó aquella vez con una lista del Imperio escrita a
mano en un pergamino, y luego me envió el trasfondo. Su ejército lo formaban
los herederos de los Von Drak, que pretendían retomar Sylvania. Así que
claramente ha influido en estas líneas.
Respecto a la organización,
ambiente, etc. Un diez se queda corto. Pero, en fin, que me alargo como
siempre. Solo decir, que si eres un jugador que nunca ha ido a torneos y le da
respeto o vergüenza, que se te quite el miedo. Apúntate, coge tu ejército y
plántate ahí. Yo estaba igual hace dos años, y ahora pienso que es una de las
mejores formas de disfrutar Warhammer Fantasy.
Un abrazo y Warhammer.
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