¡Buenos días! La temporada de torneos postverano ya coge carrerilla y hay mucho que hacer, ya que además las bases se vuelven más y más originales. Este mes Duffman en la escalada de los lectores amplía sus ejércitos y nos trae trasfondo, pero además ha tenido que profundizar en el aspecto de la escenografía.
Buenos compañeros del hobby que formáis
la fina línea de defensa contra la marea gris, aquí Duffman.
Capítulo
8: Pateando en los reinos fronterizos
El ruido de las cabezas cercenadas chocando entre ellas en el cinturón
de Achrag producía un macabro sonido rítmico conforme el paladín de Khorne
caminaba. Él y su banda se había internado en los reinos fronterizos camino a
los reinos enanos. Para saber cómo habían llegado hasta allí desde la lejana
Norsca sería necesario contar una larga historia de matanza, aventura y sangre.
Pero sobretodo de búsqueda, marcialidad y adoración.
Búsqueda de la grandeza y el favor de su Dios mediante la recolección
de cráneos. Pero Achrag se distinguía de los otros paladines del Señor del
Trono De Bronce porque su adoración la ejercía a través de la más absoluta y
pura disciplina marcial. Un aspecto que se tiende a olvidar, opacada por la
masacre sin sentido de la mayoría de adoradores, pero que también representa a
Khorne.
Achrag buscaba los mejores rivales, de todas las razas, para mostrarse
digno del Dios de la Sangre. Y las cabezas de druchii, humanos, asrai, e
incluso de un troll en su cinturón así lo atestiguaban. Sin embargo, no había
encontrado aún un señor enano digno de su colección. No había tenido la
oportunidad de enfrentarlos y se dirigía a sus reinos para poner remedio a
dicha falta.
Pero, los caminos del destino son inescrutables, al menos, para la
mayoría, aunque siempre ofrecen la oportunidad de derramar sangre: Un grupo de
arqueroz orcoz habían descargado una andanada de flechas desde un risco
cercano. Teóricamente pretendían impactar sobre la compañía de guerreros del
caos, pero para hacerlo, deberían haber apuntado varios metros, quizá un
centenar, más lejos. Lo que pretendía ser una emboscada, se había convertido en
una tangana entre pielesverdes cuando unos y otros se empezaron a echar la
culpa del fracaso del ataque.
El paladín de Khorne se decepcionó al ver que no tendría un combate
digno. Simplemente una carnicería. Afortunadamente para él, un nutrido grupo de
guerreros orcos emergió de entre los árboles cercanos gritando y farfullando
mientras cargaban hacia él y su compañía con sus enormes rebanadoras. Y lo mejor
de todo, un enorme orco los lideraba aventajando al resto a la carrera.
El impacto entre los dos grupos fue brutal. La violencia salvaje e
imparable de las bestias verdes frente a un orden y disciplina nada esperable
de unos adoradores del Dios de la Ira. Los guerreros del caos formaron un
impenetrable muro de escudos y mantuvieron la posición. El impacto de la marea
verde se estampó contra el rompeolas que formaban aquellos guerreros.
Simplemente por número, alguna rebanadora impactó en el yelmo de alguno de
ellos, pero antes de que su cuerpo cayera al suelo otro caótico ocupaba su
lugar.
Una vez detenido el ímpetu inicial, a una sola orden, la formación se
abrió al unísono, y los guerreros del Dios de la guerra pasaron al ataque. Pero
no como lo harían unos berserkers enajenados, si no como auténticos maestros de
la esgrima forjados en décadas de combates. Sus movimientos eran ágiles y
rápidos. Mucho más de lo que se esperaría de seres de su tamaño y completamente
acorazados. Muchos orcos cayeron en el primer golpe, pero la gran cantidad de
ellos hizo que las dos fuerzas se entremezclasen convirtiendo el combate en un
pulso entre número y brutalidad frente a habilidad y experiencia.
Los guerreros del caos iban cayendo, pero a un ritmo insuficiente. El
ímpetu de los orcos comenzaba poco a poco a decaer. Su número no era suficiente
para tan formidable enemigo.
Sin embargo, su líder Rotgultz por fin se encontró con Achrag. Y el
combate alrededor se detuvo.
El paladín observo a su contrincante unos segundos: Admiraba la
perfección que había en la brutalidad de esa bestia. Cada músculo de aquel ser
era un engranaje de una máquina de guerra perfecta. Sin embargo, le pareció un
desperdicio que estuviesen al servicio de un ser tan simple mentalmente.
El rugido de Rotgultz abalanzándose sobre él le sacó de sus pensamientos,
pero el caótico ya tenía clara la táctica a utilizar: Esquivó el golpe con
facilidad, mientras le asestaba un tajo en la espalda con su espada. El combate
debía ser breve, no podía esperar cansar o agotar a semejante contrincante a
base de fintas y evasión. Así que repitió la táctica un par de veces más con
sendos tajos en la pierna y brazos del orco. La bestia estaba muy lejos de ser
derrotada pero sí que comenzó a moverse un poco más lenta. Solo un poco, pero
eso era más que suficiente: Cuando el pielverde volvió a atacar, Achrag hizo el
amago para hacer una nueva finta, pero en el último momento, volvió al centro
del eje de ataque con la espada apuntando hacia adelante, y con el propio
ímpetu del orco, penetró en su cráneo por un ojo.
La enorme mole musculada cayó de rodillas entre espasmos y una
respiración arrítmica. Achrag le dio la espalda y alzó la mirada al cielo,
sintiendo que su Dios lo observaba. Era en ese el único momento, con su enemigo
derrotado, cuando dejaba que el orgullo se apoderase de él durante unos
segundos. Los orcos alrededor comenzaron a caminar hacia atrás mientras el
miedo se apoderaba de ellos.
El enorme dolor que sintió a continuación era desconocido para él.
El crujido de su coxis al romperse junto con parte de su cadera resonó
en todo el valle. El impacto de la enorme bota metálica del Rotgultz encontró
un hueco más débil en la armadura del paladín a la altura del glúteo.
Primero fue el desconcierto el que se apoderó de Achrag. Debería haber
sabido que el cráneo de un orco es mucho más grande que su pequeño cerebro.
Aunque le hubiese atravesado el ojo, esto no era un problema tan grave para
ellos como para otras razas.
Luego le siguió el pánico al ver como su tren inferior no le respondía
y su cuerpo caía al suelo al intentar caminar.
El miedo fue el siguiente al notar que su contrincante le cogía el
brazo mientras él yacía indefenso.
Y finalmente el terror se apoderó de él, cuando este se desprendió de
su cuerpo al ser arrancado brutalmente por el pielverde.
-
“Brutal, pero
aztuto.” Fue lo último que escuchó.
Quizá en verdad los orcos fuesen los guerreros perfectos. Podrían ser
los verdaderos y auténticos heraldos de Khorne. Pero ese Dios era simplemente
“un pelele con pinchoz y eztreñido” al lado de Gorko y Morko.
Y donde antes había una peña de orcos titubeantes ahora había una masa
de guerreros que entre carcajadas volvían al combate. Apoyados por sus
compañeros arqueroz, que se unieron a la refriega cuando se dieron cuenta que
serían más efectivos con sus rebanadoras que con sus arcos, aniquilaron a los
caóticos.
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El ejército de no muertos llegó por fin a los Reinos fronterizos
después de atravesar las montañas. Por un lado, los muertos de algún cementerio
cercano eran despertados para poco a poco ir ampliando la horda. Por otro, los
murciélagos ejercían de exploradores adelantados junto con los lobos
espectrales.
Otto y Hansel no tenían claro si algún reyezuelo o señor de la zona les
atacarían, aunque evitarían pasar cerca de las ciudades.
Lo que no sabían era que un pequeño pielverde los observaba desde la
lejanía mientras sostenía un antiguo medallón que había pertenecido al propio
Otto. Kubolz Muerderodillas se dirigió a su campamento para informar de la
llegada de viejos conocidos.
Loz Patea Culoz de Rotgultz. Los chicoz de sexta y un orco de la banda
de underworlds como jefe. Debería cambiarle la peana porque solo encaja en un
lado de la fila. Por otro lado, el estandarte pretendía contar la historia del
bueno de Rotgultz, pero creo que debería haber elegido otro fondo (en lugar del
azul) para que resalte más el dibujo.
Las peanas clásicas, añadiendo los de la banda de necrófagos de
underworlds y alguno más que tenía en la caja de restos. Eso sí los soportes
metálicos los recorté y los sustituí por varilla plástica transparente.
Para el torneo de Entre Viñas es necesario llevar un elemento de
escenografía. Tiene consecuencias tanto para la puntuación final (De 0 a 2
puntos sobre unos 57) como para defenderlo mientras profanas el del rival
durante todas las batallas (aportando sus respectivos puntos). La cripta es del
set del jardín de Morr, las tumbas de Greenstuff, zombis clásicos, esqueletos
de la dotación del lanzacráneos antiguo y una espectro de la gama de AOS. Los
muros son del set de “vallas y muros” de GW que ya tenía pintados de meses
anteriores.
¿Cuándo realmente puedes decir que has pintado todos tus zombis? Voy
juntando restos varios y poco a poco sigo ampliando la colección. Nunca hay
suficientes, sobretodo como tengas una batalla con amplia superioridad mágica y
suerte en los dados.
Y con todo esto, veamos el mes de
agosto:
Entradas: 4 (Imperium)
Ventas: 1
Pintadas: 21 Guerreroz Orcoz +
Cementerio (7 mini y 1 cripta; 8) + 3 peanas de murciélagos (cuento como 4
minis porque incluye una figura de la banda de underworlds) + 2 Zombis = 35
Estado de objetivos:
1.
Balance: Acumulado – Compras + Ventas + Pintadas
= -165 - 4 + 1 + 35 = -133
2.
Condes: 2003 + 180 (3 Peanas murciélagos) + 12
(2 zombis): 2.195/2500 puntos (89%)
3.
Imperio: 20/20 miniaturas (100%) Completado.
4.
Bonus:
a.
Orcos y goblins: (27 + 21 = 48 miniaturas/381 +
175 = 556 puntos) (100%). Sin valor objetivo
b.
Escenografía (4 muros) y un cementerio completo
(7 minis y la cripta) (100%). Sin valor objetivo
5.
Partidas: 12+4: 16/12 (133%) Completado.
Otro mes consecutivo con balance
positivo, pero con ritmo insuficiente si quiero arreglar el desastre de los
meses anteriores.
En la parte de las partidas, he
librado 4: Contra los nuevos silvanos de Puchi, Legión Demoníaca, Imperio y los
Orcos y Goblins de Gabriel. El objetivo era preparar y ajustar la lista para el
torneo de Entre-Viñas. Habría que hablar de las bases de ese torneo, que son
complejas y curradas a más no poder, y me encantan, pero como siempre sería
extenderme mucho.
Las batallas con más o menos
suerte fueron bien excepto un empate contra la horda de chicoz del tío Gabri.
Así que espero que no se cumpla lo que me ha pasado más de una vez: Batallas de
prueba genial, llegar al torneo, y hacer el ridículo. Lo que sí puedo decir es
que me encanta la fase de aprendizaje en la que estoy, tanto de ir descubriendo
ejércitos, unidades y estrategias con cada enfrentamiento, como intentar
corregir los errores que voy cometiendo.
Así que nada, espero contaros el
mes que viene como fueron mis andanzas por Logroño.
Un abrazo y Warhammer.
Me encanta el estandarte. No te preocupes por los colores. Cómo decía Picazzo, hacen falta 4 años para pintar como Rafael, pero se necesita toda la vida para aprender a pintar como un orco.
ResponderEliminarJajaja muchas gracias Arturo. Un tío sabio. La verdad es q si estuviese bien sería zozpechozo para un orco. Aún así espero mejorarlos en el futuro.
Eliminarbueno, bueno, ¡escaladón! A mí me han gustado muchísimo los colores de los orcos, en particular los azules, rojos y el verde radioactivo amarillento. Un diez. Y los murciélagos, creo que es obra tuya que uno arrastre un torso sanguinolento… Espectacular.
ResponderEliminarMuchas gracias Barón! Me alegro de q te haya gustado. La mini de los murciélagos es la de la banda de necrófagos de underworlds. No tuve q conversionar nada, solo recortarle la peana redonda. El verde de los orcos es de un esquema q me aconsejaron, pasando de verde a iluminar con amarillo q hace q en mesa destaque bastante. Si necesitas cualquier info me comentas sin problema. No entro en detalles q bastante turra doy ya con el trasfondo.
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