¡Buenas tardes! A veces es difícil cubrir tantos frentes, y más cuando la tecnología no acompaña, pero Makitaki ha estado a tope con grabaciones y ediciones para continuar trayendo videoinformes de Warhammer Fantasy a Youtube. En esta partida en concreto, grabada en Noviembre, por fin veremos Reyes Funerarios en el canal, pero antes de que los dados empiecen a rodar, mejor empaparse un poco de trasfondo.
Uzgluk tenía una misión, y no
pensaba fallar en su misión. El enorme orco negro no era ningún segundón, pero
cuando un kaudillo como Grimgor Piel’ierro te encomienda una misión, tú te
callas y cumples la misión. Así que Uzgluk se había montado en el jabalí de
guerra y había partido a poner un poco de orden entre esos clanes cercanos que
no terminaban de encontrar el whaaagh pese al rastro de ruinas y destrozos.
A Uzgluk no le gustaba hacer de
recadero, podía estar perdiéndose una buena pelea, y estaba a punto de
explicárselo a golpes a aquel chamán pequeñajo, cuando el goblin nocturno
empezó a echar espumarajos por la boca y a balbucear algo sobre la cercana
tribu Maztikahuezoz. Esto captó el interés del grandullón. ¿Un clan de salvajes
que se dedicaba a destrozar y saquear esos feos y polvorientos templos solo
porque aparecían sacos de huesos enfadados con los que tener una buena gresca?
Hacia allá que se fueron Uzgluk y el pequeño clan de goblins nocturnos a
investigarlo…
…
A Seteph II siempre le había
gustado la administración más que la guerra. Pero uno no mantenía sus dominios
si no era capaz de ejercer la violencia. Los otros príncipes de Nehekhara
siempre habían sido ambiciosos, y con sus tierras lindando con los salvajes moradores
al norte de las tierras del sol, ya en sus tiempos había librado innumerables
batallas.
El problema es que cuando Seteph
II fue resucitado, no había nada que administrar. Y aunque eso pudiera haber
supuesto paz y no ser molestado, desde aquel momento los sacerdotes funerarios
se encargaron de recordarle una y otra vez sus deberes ancestrales para con el
reino y sus reliquias. Así que milenios después la cosa seguía igual, allí
estaba Seteph, lidiando con la continua molestia de invasores, saqueadores y
profanadores. Lo único bueno de no tener otras cosas a las que dedicarse es que
su habilidad para la guerra se había vuelto incomparable.
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